Al final el daño lo sufren los ríos y las mujeres
“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”
Agua y Género
Marbelly es una joven de 17 años de la comunidad Los Volcancitos, ubicada en San José de Cusmapa, Madriz. En esta comunidad no hay agua potable. Ella y su niña de un año bajan hasta la naciente del río Tapacalí para lavar la ropa, a pesar de que el agua está contaminada.
Una piedra ubicada en una pequeña poza del río le sirve de lavandero. En el agua se observan guarisapos, peces pequeños y capas de sedimento de color amarillo. Para las personas de las comunidades la sedimentación es una señal de que el río está enfermo y muriendo día a día.
“Aunque se vea sucia sirve para lavar”, dice Marbelly. El agua que ocupan para consumo la acarrea desde pozos cavados a orillas del río, una actividad que generalmente recae en manos de las mujeres, las niñas y los niños de la comunidad.
Río arriba, hasta llegar a la naciente del Tapacalí, hay que abrirse camino entre las piedras, apoyándose con un palo para no caerse o deslizarse. También uno se debe arrastrar o agacharse para pasar varios cercos de alambre ubicados en el propio curso del río y que delimitan los cafetales. Es común encontrar el ganado aguando y defecando en el río.
La contaminación del río ha afectado incluso la disponibilidad de alimentos en las comunidades. Antes, el río proporcionaba peces, cangrejos y caracoles. “El problema es que la gente ha usado el veneno para matar pescado, también eso viene afectando”, explica Reynerio Vanegas, presidente de la Comunidad Indígena Chorotega.
La destrucción ambiental ha provocado la desaparición de especies animales como el robalo, mojarras, sardinas plateadas, guapotes, cangrejos, tortugas de río, iguanas, armadillo, guardatinajas, guatusas y gatos de monte, agrega.
En la comunidad de San Antonio en el municipio de Mozonte, Nueva Segovia, la situación es similar a la de Los Balconcitos. Igual que Marbely, Cecilia Blandino López y sus dos hijos, deben acarrear el agua para los quehaceres de la casa.
En la comunidad existe un Comité de Agua Potable y Saneamiento (CAPS) pero solo reciben el agua durante el invierno. En verano la fuente se seca y el agua no fluye. Blandino tiene que levantarse a las tres o cuatro de la mañana y caminar unos cinco kilómetros para llegar al río, bañarse y bañar a sus dos hijos y acarrear agua para los quehaceres de la casa. Su jornada laboral es intensa. A las 6:00 a.m., tiene que estar lista para abordar un bus a Ocotal, donde vende verduras.
“Yo acarreo el agua del Río Coco, todas las que bajamos, hacemos los pocitos para llenar el agua y de esa misma agua nosotros consumimos, para tomar, porque cuando ya nos quedamos sin agua no tenemos otro lugar adonde ir”, explica Blandino.
Los peligros de buscar el agua
La falta de agua no sólo incrementa la carga laboral para las mujeres del norte de Nicaragua, sino que las expone al peligro, añade Blandino. “Hay inseguridad, peligro, porque no hay luz eléctrica, tenemos que bajar con focos al río, bajar cuestas, pasar por quebradas, es completamente inseguro ese lugar
“Deben levantarse en horas de la madrugada para jalar el agua de pozos o fuentes de agua, lo que las expone a todo tipo de riesgo”, manifiesta Karla Pozo Herrera, líder comunitaria de Jalapa.
La defensora de los derechos de derechos humanos de Nueva Segovia, Marlene Ponce, asegura que las mujeres y las niñas deben recorrer largas distancias para llegar a los pozos. La escasez de agua no sólo lo viven las mujeres de las comunidades de Nuevas Segovia y Madriz, también en el casco urbano de Ocotal, en donde el problema del agua ha sido histórico. “Hay barrios que pasan semanas que no les llega agua a través de las tuberías”, refiere Marlene.
En el barrio José Santos Rodríguez, en donde vive Marlene Ponce, el agua llega tres veces a la semana y en verano la crisis del agua se agudiza. Para recoger un poco de agua deben levantarse a media noche o en la madrugada, cuenta Ponce.
Para subsanar los días que no hay agua, la Alcaldía de Ocotal les abastece con una cisterna, pero la entrega es racionada, dos a tres baldes de agua y deben correr a recogerlo a las tres o cuatro cuadras”, dice Ponce.
La defensora de las mujeres explica que cuando no hay agua en un hogar aumentan las horas de trabajo doméstico para las mujeres, lo que les representa desgaste físico y genera violencia porque los hombres reaccionan violentos cuando “no está la comida al momento”.
En 2016 el Instituto de Liderazgo de Las Segovias (ILLS), confiscado por el régimen de Daniel Ortega, realizó un diagnóstico en los municipios de Dipilto, Macuelizo, Mozonte, San Fernando y Ciudad Antigua, y entre sus hallazgos, encontró que, la escasez de agua producto de las sequías de los últimos años generan: Violencia entre pobladores, principalmente entre mujeres, por la competencia de quien está primero en la fuente de agua, incrementa el trabajo infantil, la inseguridad ciudadana por violaciones, agresiones y robos, así como inseguridad alimentaria y mayor trabajo para las mujeres.
En la comunidad de Los Arados, también de Mozonte, aún reciben agua del CAPS cada cinco días. A Ana Guerrero, le toca lo mismo que Cecilia Blandón, recorrer largas distancias en busca de agua.
La sequía de las fuentes de agua es debido a la deforestación, dice Guerrero. “Tenemos el gran despale donde nace el río de Los Arados, es despale indiscriminado, por eso ha bajado su caudal”. El pretexto que utilizan los madereros para justificar el despale en esa zona es “el tema del gorgojo”, pero la misma comunidad hizo una inspección y comprobó que “la plaga de gorgojo de pino” es puro pretexto. Por tres árboles con gorgojo se aprovechan y cortan más”. Al final el daño lo sufre el río y las mujeres, dice.
Comunidades enfermas
Las comunidades de Madriz y Nueva Segovia se exponen a las enfermedades diarreicas y de la piel a causa del consumo de agua contaminada.
Claudia Guerrero está consciente que el agua que consumen no es potable por lo que deben clorarla o hervirla. En la parte montañosa, donde nace el río, existen cultivos de café donde los cortadores hacen sus necesidades fisiológicas en la intemperie y todo eso cae al río.
“Al río vamos a traer agua. Del mero río y sucia”, asegura María Elena Alvarado Sánchez, indígena Chorotega. Ella y su hijo de 17 años viven en una rudimentaria vivienda, piso de tierra y paredes de barro, a menos de un kilómetro de la ribera de la naciente del río Tapacalí. Su parcela limita con la de un cafetalero que absorbe agua del río para regar sus plantíos.
María Alvarado está enferma al igual que el río. A María le duele la cabeza, tiembla de frío debido a la calentura y el dolor de estómago no la deja en paz. La última vez que fue al centro de salud le dijeron que ya aburría, sólo le dieron la receta y no tiene ni para un acetaminofén.
Alvarado relaciona las enfermedades que padece con la contaminación. “El agua que tomamos es sucia”, debido a la contaminación ocasionada por la fumigación que realizan los agricultores, agrega.
María no es la única que se ha enfermado. Su hijo, quien estudia cuarto año de secundaria, ha presentado afectaciones en la piel. Un hermano suyo padece problemas estomacales.
El diagnóstico del ILLS resalta que, como consecuencia de la mala calidad del agua y de sistemas de saneamiento inadecuados, no sólo recarga el trabajo reproductivo de las mujeres, también aumenta las enfermedades, y por lo general, las tareas del cuidado recaen en las mujeres.
La líder Karla Pozo Herrera, quien trabaja con el proyecto Amistad Boulder Jalapa, asegura que en esa zona “hay muchos problemas de infecciones estomacales, infección renal y los problemas de diabetes se han disparado, cáncer de mama se han disparado aquí es un boom en la salud”.
Pozo dice que, algunas de estas enfermedades como las infecciones estomacales, pueden estar relacionadas con la contaminación del agua. “Imagínese si empezamos a tomar heces fecales”, dice Pozo, quien cuenta con documentos que confirman los resultados de análisis en varias comunidades del sector, donde en tres de ellas resultó positivo coliforme.
En Santa Cruz, Sauce y Nuevo Amanecer han hecho monitoreos para evaluar si han disminuido los niveles de contaminación. “En una muestra 100 ml de agua había 30 colonias fecales, cuando dicen que lo permisible son 10 y eso es lo que me va a limpiar el cloro; entonces ¿Qué está consumiendo la gente?”, se pregunta la líder comunal.
Con el proyecto, dice la líder comunal, han tratado de mejorar los sistemas con filtro de arcilla, para obtener un agua de buena calidad. Sin embargo, esto no garantiza que la población consuma en un 100 % agua filtrada. Pozo replica explicaciones de especialistas que indican que la contaminación va a persistir, porque si en una familia tienen un filtro consumen agua filtrada, pero lavan trastos con agua de la pila que está contaminada, o para el hielo que consumen no utilizan agua filtrada.
“Disponer de agua potable en las viviendas implica para las mujeres: ahorro de tiempo, mejor calidad de vida de ellas y sus familias, menos riesgos a enfermedades y a sufrir violencias, acceso a mejor calidad del agua y menor costo económico”, concluye el diagnóstico del ILLS.
Los planes del régimen en una realidad sin agua
El Plan de Lucha contra la Pobreza del Plan de Desarrollo Humano Sostenible 2021-2026, menciona entre los “logros históricos 2007-2020” del régimen de Daniel Ortega, el aumento de familias con acceso al agua potable y alcantarillado sanitario en el área urbana. Y, en el área rural, la creación de los Comités de Agua Potable y Saneamiento (CAPS), asegurando que la cobertura de agua potable pasó de 26.7 % en 2007 a 55.4 % en 2020.
Para el corredor seco el régimen promete desarrollar un programa nacional de captación de agua y promoción de sistemas de riego, con una inversión de aproximadamente 800 millones de dólares.
Para el período 2022-2026, ha anunciado la ampliación de la cobertura del servicio sostenible de agua y saneamiento rural en la zona del Pacífico; entre los que menciona a Las Segovias. Así como, la ejecución de proyectos de mejoramiento y ampliación del sistema de agua potable en 12 localidades, incluyendo Madriz.
Geoparque una oportunidad para el río Coco
El manejo forestal y medio ambiental de los últimos 13 años en la cordillera Dipilto – Jalapa por parte del Estado de Nicaragua no ha sido la adecuada. Los permisos excesivos de corte de madera de pino y la permisibilidad en temas de manejo ambiental para cafetaleros y tabacaleros ponen en riesgo al río Coco.
Que el río Coco haya sido nombrado Geoparque Mundial, debería despertar el interés de las autoridades ambientales nicaragüenses para protegerlo y conservarlo.
Hazly Tourniel no sabe en qué parámetros se basó la UNESCO para nombrar al río Coco como Geoparque Mundial. Para él, la única explicación es que se haya basado en información proporcionada por las mismas instituciones del Estado, como el MARENA. “Yo creo que se hizo un reporte no exacto de lo que está pasando y de la realidad que está viviendo este río porque allí lo que hay son piedras y arenas en su naciente”, dice Hazly Tourniel.
“Prácticamente les pasaron las fotos bonitas y no las fotos en donde el río inicia su formación hidrológica que es en el río Tapacalí”, afirma Tourniel.
Pero, que el Coco haya sido nombrado Geoparque Mundial debe ser visto como una oportunidad y el gobierno debe aprovecharlo para la gestión de recursos, para la reforestación, preservación y control de la producción agrícola, dice el ambientalista, al tiempo que lanza un SOS. “Solo nos quedan 10 años para que podamos hacer algo o rescatar la cuenca”.
Para Tourniel, la realidad es simple y básica: “En Wiwilí, donde el río comienza a aumentar su caudal por la recarga hídrica en la zona, el río ha disminuido un 40% su caudal natural en los últimos treinta años, si los afluentes -como el Tapacalí- continúan desapareciendo, el río va a ir desapareciendo y va a quedar como un cauce de aguas pluviales, de basura arrastrada, así vamos a quedar con el río Coco, lamentablemente”.
Si el Estado no pone manos en el rescate de la cuenca del Tapacalí, el río Coco tendrá sus años contados y nunca será disfrutado a nivel internacional como un Geoparque.
Fuente:
Julio, 2021