Colombia: cientos de aves revelan los secretos de una de las zonas más inexploradas de Córdoba
“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar“
Biodiversidad
Una expedición ornitológica se internó en las selvas del parque Paramillo para buscar al periquito del Sinú, un ave del que no se tienen registros desde hace más de 70 años.
En esta zona poco explorada del departamento de Córdoba, los investigadores registraron 238 aves en solo 11 días. Más de 20 de ellas son nuevos registros en el departamento y se comprobó la ampliación del rango de distribución de varias especies.
El Parque Nacional Natural Paramillo ha sido una zona histórica del conflicto armado en Colombia. Fue un territorio con alta presencia guerrillera pero, para finales de los años noventa, los grupos paramilitares se convirtieron en amos y señores de esta región ubicada entre los departamentos de Córdoba y Antioquia.
La difícil situación de seguridad impidió que los científicos pudieran conocer e investigar a profundidad la biodiversidad de esta área. Aunque el orden público no es un problema totalmente solucionado, varios biólogos, en compañía de observadores de aves, guías turísticos y pobladores de las veredas La Oscurana y Tuis Tuis, del municipio de Tierralta, lograron lo impensable: una expedición ornitológica al cerro de Murrucucú, en la serranía de San Jerónimo, justo donde termina la cordillera occidental de los Andes.
El cerro de Murrucucú forma parte de la región montañosa de Córdoba, uno de los lugares más desconocidos del departamento y de Colombia, como lo reconocen los mismos biólogos locales. “Fue increíble porque los investigadores muy pocas veces han ido a esa zona. Como cordobesa e investigadora, siempre había tenido la expectativa de ir y me siento muy feliz porque fui la representación femenina de la expedición”, asegura la bióloga Yulissa Navarro de la Sociedad Ornitológica de Córdoba (SOC).
Durante 11 días, entre el 20 de febrero y el 2 de marzo de 2021, se emprendió una extensa carrera por encontrar al periquito del Sinú (Pyrrhura subandina), del cual no se tienen registros confirmados desde 1949. “Es un ave bastante enigmática, los registros previos fueron muy pocos, solo se registró en tres sitios del país, todos ellos en Córdoba. Es un ave endémica del departamento”, comenta Hugo Alejandro Herrera, de la SOC y director de la expedición.
Según dice, solo existen 17 ejemplares de este periquito, los cuales están distribuidos en diferentes museos alrededor del mundo y la búsqueda de esta ave estuvo suspendida pues su hábitat está en una de las zonas apetecidas por el narcotráfico debido a que es punto clave de conexión entre el Caribe y el Pacífico. “Eso mantuvo alejados a los investigadores por muchos años”, dice.
Aves por doquier
Hacer realidad esta expedición fue un arduo trabajo para Hugo Herrera y la SOC. Tocaron puertas en todos lados para obtener los recursos que hicieran posible la búsqueda de la emblemática ave cordobesa y, finalmente, obtuvieron apoyo económico, científico y logístico de entidades como Global Wildlife Conservation, American Bird Conservancy, Parques Nacionales Naturales de Colombia, Asociación Calidris/BirdLife International, Colombia Birding, Urabá Nature Tours, Urrá S.A., Vortex Optics y Café Córdoba.
Los investigadores empacaron maletas y se internaron en las selvas cordobesas, siguieron la pista del esquivo periquito del Sinú pero este no se dejó ver ni escuchar, por más que los expedicionistas afinaron sus oídos y no soltaron sus binoculares.
A pesar del sinsabor, encontraron muchas más especies de las que imaginaban y sus hallazgos superaron cualquier expectativa. En menos de dos semanas registraron 238 especies de aves y ya se encuentran trabajando en un artículo científico, que publicarán en una revista ornitológica en los próximos meses, y que detallará ampliamente los resultados obtenidos.
La sorpresa y la alegría para los que formaron parte de la expedición no paró allí. De las 238 aves registradas, 25 son nuevos registros en el departamento, como es el caso del picoagudo (Oxyruncus cristatus), el colibrí crestirrojo (Lophornis delattrei), el búho (Glaucidium griseiceps), el hormiguero (Pittasoma rufopileatum), el saltarín (Cryptopipo holochlora), el cucarachero (Pheugopedius spadix) y varias especies del género Tangara.
Además, algunas aves no habían sido vistas en Córdoba desde hace más de 70 años. Por ejemplo, el águila príncipe (Morphnarchus princeps), el currucutú (Megascops centralis), el búho corniblanco (Lophostrix cristata), el picoancho (Sapayoa aenigma), el hojarasquero (Sclerurus guatemalensis) y el saltarín (Dixiphia pipra). Incluso, el encuentro con el hormiguero (Pittasoma rufopileatum) comprobó que la distribución de la especie en Colombia era más amplia de lo que pensaban. “Con nuestros registros en el Cerro Murrucucú, en Córdoba, ampliamos su rango de distribución en 50 kilómetros al noroccidente”, comenta Diego Calderón, biólogo, director de la empresa de observación de aves Colombia Birding, y uno de los expedicionarios.
Aunque esta era una expedición ornitológica, los investigadores encontraron tanta fauna que hasta se hicieron importantes registros para mamíferos, anfibios y reptiles. Por primera vez en Córdoba se observó una especie de serpiente mapaná, conocida como ‘Rabo de Chucha’ (Bothrops punctatus). Este reptil se conocía únicamente del Chocó en el Pacífico y del valle del río Magdalena. También encontraron un tipo de ardilla enana con los bordes de las orejas de color blanco, lo cual no se había observado en ningún individuo hasta ese momento. De acuerdo con Calderón, no es tan sencillo diferenciar las especies del género Microsciurus, al cual pertenece la ardilla. El extraño color de sus orejas hace que no se descarte la posibilidad de que sea una nueva especie para la ciencia, pero es necesario capturar especímenes para estudiarlos.
Finalmente, los expedicionarios registraron, por primera vez en el departamento, a una pequeña rana que apenas fue descrita como nueva especie para la ciencia en 2017 y fue bautizada como Andinobates victimatus, en honor a las víctimas del conflicto armado en la región de Urabá. Esta especie se conocía únicamente en el departamento de Antioquia.
“Yo no había estado en un lugar tan especial en la cordillera occidental, el hecho de tener esta confluencia chocoana, mezclada con los bosques del Magdalena, hace que en el cerro Murrucucú, a los 960 m.s.n.m, tengas un bosque enano de máximo 7 metros de altura, lleno de musgos, helechos, anturios, orquídeas y palmas. Eso solo lo ves en la parte norte de la cordillera central de los Andes pero mucho más arriba, a unos 1400 m.s.n.m”, afirma Calderón.
Aves que sorprendieron a los investigadores
Diego Calderón no olvida la grata sorpresa que tuvo cuando vio al enigmático picoagudo (Oxyruncus cristatus). De inmediato recordó aquel momento de 2002 cuando, siendo muy joven, tuvo la fortuna de hacer el segundo registro de esta ave en Colombia, en los bosques del municipio de Anorí, en Antioquia. “Ese pájaro es tan raro en el país que no esperaba encontrarlo en esta zona [Cerro de Murrucucú]”.
Al cuarto día de trabajo el ave apareció en frente de Calderón pero desapareció en un abrir y cerrar de ojos, tan rápido que el biólogo no pudo fotografiarlo. Al no tener pruebas, sus colegas dudaban de la presencia del picoagudo.
Sin embargo, el tiempo le dio la razón al ‘pajarero’. Cinco días después, Johann Villalba, uno de los encargados de la logística del campamento y parte de Sinú Travel, una empresa local de turismo de Tierralta, Córdoba, subió al cerro con los almuerzos para el grupo de trabajo. Mientras caminaba, el hombre tomaba fotos de todo lo que veía con la cámara que estaba estrenando. Cuando llegó les mostró a los investigadores las imágenes de un extraño pajarito que se encontró en el camino. Cuál sería la sorpresa cuando vieron que se trataba del raro y esquivo picoagudo (Oxyruncus cristatus). “Todos estábamos muy emocionados. Hay que resaltar que de las pocas fotografías que existen de esta especie en Colombia, las de nuestra expedición las tomó Johann, una persona que no era parte del grupo de investigadores entrenados y formados en Ornitología. Eso te habla también del importante papel de las comunidades locales”, cuenta Diego Calderón.
Otro momento que quedó para el recuerdo fue cuando Willian Brand, uno de los investigadores, se sentó en una piedra a descansar y atender una llamada, “en medio de la conversación ve una gran sombra que se posa frente a él, en una rama estaba perchada una de las águilas más hermosas de América: el águila ornada (Spizaetus ornatus). No dudó en colgar, tomar su cámara y ‘rafaguear’ al animal. Cerca de 1200 imágenes”, dice Hugo Herrera, director de la expedición, y agrega que lo más curioso de esa anécdota es que a esta águila es más probable verla volando a gran altura que quieta y a pocos metros de distancia.
Aunque ya han pasado varias semanas desde que regresaron de esta aventura en el parque Paramillo, el entusiasmo de los investigadores no disminuye. Herrera insiste en que encontrar 25 aves, nunca antes avistadas en el departamento, no es un logro menor. “Estamos hablando de que en solo 11 días pasamos de 564 a 589 especies de aves registradas para Córdoba. Entre 15 y 17 especies solo habían tenido entre uno y dos registros, y en menos de dos semanas vimos al 5 % de todas las especies de Córdoba”.
La esperanza de encontrar al periquito del Sinú
A pesar de que no se encontró al periquito del Sinú, especie que motivó esta aventura científica, los expedicionarios siguen soñando con que el ave está presente en la región. “Los resultados obtenidos nos invitan a pensar en otras expediciones, en otros puntos del parque Paramillo para continuar con su búsqueda”, dice Hugo Herrera.
Aunque Herrera suele escuchar voces que le sugieren que lo más probable es que la especie está extinta porque lleva décadas sin aparecer, él asegura que hay muchos ejemplos que demuestran que esto no necesariamente es así. Entre ellos destaca el caso de la lorita del Perijá (Pyrrhura picta caeruleiceps) que estuvo perdida 60 años y, finalmente, en 2007 fue reencontrada. También menciona al montañerito paisa (Atlapetes blancae) que fue redescubierto en el 2018 en San Pedro (Antioquia), después de 47 años, y que hoy está apareciendo en otras zonas de ese departamento, o el caso del emblemático loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis) que estuvo perdido alrededor de 20 años hasta que en 1999, luego de búsquedas exhaustivas en los Andes, apareció y se inició un proceso de conservación que ha recuperado sus poblaciones e hizo que la especie abandonara la categoría en Peligro Crítico de la Lista Roja de la UICN en el 2020.
“Todo eso nos invita a soñar, aunque nada nos garantice que el periquito del Sinú esté ahí”, dice Herrera. Los investigadores no la tienen nada fácil pues, según dice el director de la expedición, se estima que la población de este periquito puede estar entre 40 y 50 individuos que habitan en las más de 500 000 hectáreas del parque Paramillo. Esto, sin duda, es como buscar una aguja en un pajar.
La expedición, sin embargo, es solo un primer paso para encontrar al periquito del Sinú. Calderón asegura que en próximas salidas se pueden explorar otros hábitats, incluso zonas medianamente perturbadas con población humana o cultivos. “Es probable que esta ave no esté restringida a los hábitats perfectamente bien conservados, es una especie hermana de la lorita de Perijá, y esta última habita tanto en zonas conservadas como en zonas muy intervenidas”, asegura.
Por su parte, la bióloga Yulissa Navarro insiste en que muy pocas veces una expedición encuentra más de 20 especies nuevas para un departamento en tan solo 11 días. “Muchas de las especies encontradas se relacionan directamente con el Chocó biogeográfico, una región de muchos endemismos”, comenta.
Estos importantes hallazgos también son una esperanza para las comunidades locales. “El objetivo es encontrar al periquito pero haber encontrado tantas especies hace que, a futuro, la zona sea apetecida para los pajareros nacionales e internacionales y podrían aparecer mejores opciones para ellos [los habitantes locales]”, concluye Calderón.
Fuente:
Antonio José Paz Cardona
Mayo, 2021