Electricidad limpia vs. electricidad sedienta: un dilema crucial
“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”
El Medio Ambiente
Una rápida y profunda descarbonización del suministro de energía mundial es evidentemente necesaria. Limitar el calentamiento global evitando que el incremento de la temperatura media del planeta supere los 2° C respecto a los niveles preindustriales, objetivo marcado en el Acuerdo de París, pasa por acometer una transición justa hacia un modelo energético sostenible. Pero, ¿y si las emisiones de sustancias contaminantes a la atmósfera no son el único impacto ambiental a considerar en el vigente proceso de transición energética?
Además de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el agua es crucial en la producción de energía, y en especial de energía eléctrica. El sector de la energía es uno de los mayores consumidores de agua a nivel global, únicamente por detrás de los usos agrícolas. Casi el 90% de la generación de electricidad mundial depende de la disponibilidad de recursos hídricos. Al hablar del nexo agua-electricidad, se tiende a pensar en la procedente de los embalses y presas. Sin embargo, la generación de origen hidroeléctrico solo representa un 15% de la generación de electricidad mundial. La inmensa mayoría, cerca del 75%, se genera en centrales térmicas (de carbón, gas, nucleares, etc). Estas centrales necesitan ingentes volúmenes de agua, en su mayoría dulce, como medio refrigerante.
La electricidad del futuro pasa por reducir las huellas de agua y de carbono en el medioambiente. Sin embargo, el reto no es sencillo. Cada fuente de generación de electricidad tiene diferentes implicaciones en términos de agua y emisiones. Por ejemplo, mientras que las centrales nucleares son las principales demandantes de agua dentro del sector termoeléctrico, en cambio no emiten GEI en su operación. Por su parte, las centrales de carbón o ciclo combinado, además de consumir importantes volúmenes de agua, son emisoras de gases de efecto invernadero. En el otro extremo se encuentran las renovables, que no generan emisiones, aunque algunas de ellas sí causan impactos sobre los recursos hídricos. Tenemos a nuestra disposición, por tanto, múltiples opciones para alcanzar un balance entre los recursos hídricos que estamos dispuestos a consumir y el nivel de sustancias contaminantes que aceptamos emitir a la atmósfera acorde con un futuro sostenible.
La electricidad del futuro pasa por reducir las huellas de agua y de carbono en el medioambiente. Sin embargo, el reto no es sencillo
El logro de una matriz energética óptima que cubra la futura demanda eléctrica de un país minimizando, a su vez, los impactos ambientales en términos de agua y emisiones pasa no solo por la correcta selección de las fuentes de generación que compondrán el mix eléctrico, sino también por la implementación de mejoras tecnológicas. Por ejemplo, además de la tecnología de generación, los distintos tipos de sistemas de refrigeración de las centrales termoeléctricas tienen implicaciones adicionales sobre los usos del agua para electricidad. A diferencia de los sistemas de tipo “húmedo”, que emplean agua como medio refrigerante, los aerocondensadores garantizan el enfriamiento de las centrales sin consumir agua. Por su parte, la tecnología de Captura, Almacenamiento y Uso del Carbono (CAC) es capaz de reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero de los combustibles más intensivos en carbono, especialmente en sectores como el eléctrico. En este sentido, la tecnología ampliaría aún más si cabe nuestro abanico de posibilidades de elección.
Además de las emisiones GEI, el agua aparece como el otro principal protagonista del proceso de transición energética, en especial en un país como España, que recordemos, es el más árido de Europa. El cambio a un modelo de energía limpia, si no se gestiona adecuadamente, podría aumentar el estrés hídrico o verse limitado por él. Valorar conjuntamente ambos impactos ambientales en la búsqueda de una estrategia doblemente ganadora a la hora de planificar el mix eléctrico futuro se presenta como la gran encrucijada actual. Se trata de decisiones complejas que todavía requieren investigación y una profunda reflexión.
Fuente:
Septiembre, 2021