“Hemos convertido a los ríos en las cloacas de los humanos”: Blanca Ríos-Touma
“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar“
Infórmese
La falta de tratamiento de aguas residuales sigue siendo un enorme problema en Ecuador y en muchos países de América Latina. Esta contaminación llega a los ríos y luego al mar, afectando gravemente a la biodiversidad acuática.
Según la ecóloga acuática Blanca Ríos-Touma, la presencia de microplásticos en los ríos es un tema al que todavía no se le presta suficiente atención. Además, de acuerdo con la científica ecuatoriana, las aguas contaminadas podrían ser un gran reservorio para nuevos patógenos con potencial para afectar a los humanos.
Blanca Ríos-Touma es ecóloga acuática, doctora en estudios basados en Ecología de la Universidad de Barcelona y ha hecho trabajos de posdoctorado en estructura de ríos andinos y en restauración de estos ecosistemas.
Su pasión por los cuerpos de agua dulce empezó cuando estudiaba en la universidad y colaboraba con el científico danés Dean Jacobsen, pionero en el estudio de ríos andinos. Recuerda que una de las primeras tareas que le asignó fue limpiar unas muestras que extrajeron del agua. “Yo pasaba horas y horas con una bandeja blanca y una luz, buscando todos los bichitos y separándolos. Esto me pareció alucinante. Nunca había pensado que un río tenía tanta vida, fue un mundo nuevo para mí, fue como amor a primera vista”, cuenta Ríos-Touma. Según dice, siempre quiso ser bióloga marina pero después de acercarse a los ríos, supo que su vida estaba allí.
Actualmente, la científica dirige el grupo de investigación en Biodiversidad, Medio Ambiente y Salud (Biomas) de la Universidad de las Américas, en Ecuador, y es una apasionada por los insectos acuáticos, muchos de los cuales funcionan como bioindicadores de la salud de las aguas y son la base de diversos procesos vitales para los ecosistemas. Mongabay Latam habló con ella sobre el estado de los ríos en Ecuador, la importancia de cuidarlos para ayudar a reducir la contaminación en los océanos, el impacto de las hidroeléctricas y hasta de la presencia del virus causante del COVID-19 en las aguas residuales que llegan a los ríos de Quito.
¿Qué impacto están teniendo las grandes ciudades en los ríos?
Blanca Ríos (B.R.): Muchas ciudades en el mundo no depuran sus aguas sino que estas van directamente a los ríos sin tratar. Eso es un problema grave. Aparte de las descargas directas, las ciudades tienen una gran cantidad de superficies impermeables: calles, casas y en general todo lo que sea concreto. Cuando hay eventos de lluvia, el agua llega de forma muy rápida a los ríos y esto hace que crezcan, el canal del río se va profundizando porque hay un socavamiento y esto genera pérdida de calidad de hábitat y puede generar colapsos de infraestructura.
Existen ciudades que han recuperado sus ríos pero otras han crecido alrededor de ellos de forma desordenada. Por ejemplo, en Quito, en el norte se han tapado las quebradas y riachuelos, y la ciudad crece encima de ellos. En el sur de la ciudad, las quebradas terminan siendo los últimos espacios verdes urbanos.
También hay alcantarillados que mezclan agua lluvia con agua residual y todo esto va a parar al río. Y no solo eso, hay muchos desechos mal manejados, un montón de productos no biodegradables que entran a las plantas de tratamiento. Los ríos son los receptores de todas las actividades que se hacen en sus áreas de drenaje. Los problemas de los ríos son problemas de toda la sociedad.
A pesar de todo esto, no se escucha mucho sobre los ríos y lo que sucede en ellos…
B.R.: La verdad yo no le encuentro una explicación a eso, no sé si desde el discurso de conservación en las últimas décadas nos enfocamos en grandes animales, o en buscar especies que tengan simpatía con los humanos, y nos olvidamos de la diversidad de agua dulce, la cual no es reconocida o incluso está maltratada o negada en nuestras leyes. Hay un informe que dice que, desde los años setenta, se han perdido más del 80 % de las especies de agua dulce. Eso es una bestialidad. Es más, cuando se habla del microplástico en el mar, no se habla de que este llega a través de los ríos. Todo esto puede ser una falla de los ecólogos acuáticos, a nivel mundial, que no hemos logrado que la sociedad esté consciente de la diversidad de agua dulce y del peligro en que se encuentra.
La biodiversidad de agua dulce es la más amenazada del planeta y cumple unos servicios ecosistémicos fundamentales. Los ríos se han convertido en las cloacas de los humanos. Estamos alejados de ellos, llevamos dos siglos mandándoles nuestros desechos.
¿Cómo afecta la contaminación de los ríos a otros ecosistemas?
B.R.: En las ciudades andinas todas las personas contaminan y esto va a parar al mar. Esa agua que contaminamos es el agua de consumo, agricultura y ganadería para otras poblaciones. Estás exponiendo a toda la gente río abajo a enfermedades que se transmiten por el agua. Por ejemplo, en Quito encontramos más de 26 virus que afectan a los humanos en muestras que tomamos de ríos, eso es contaminación biológica. También tienes la contaminación química que acaba con toda la vida y afectaciones físicas en los caudales que no son normales. Los canales se socavan, los ríos cambian de forma y muchas especies de plantas de las riberas, que dependen de los pulsos de crecimiento del río para germinar, desaparecen porque el río se hace profundo y estos pulsos no llegan.
Todos los insectos acuáticos que crecen en ríos sin contaminación, por ejemplo, son alimento para aves alrededor. Si desaparecen, desaparece la conexión entre el río y los bosques y, finalmente, hay toda una pérdida de fuente de energía del río hacia el bosque, y viceversa, porque ya no hay quien consuma y procese toda la materia orgánica: el río se convierte en un canal de aguas residuales que llega al mar.
¿Cuál es el rol de los insectos en los ecosistemas acuáticos?
B.R.: Los insectos son súper diversos a nivel general y en los ríos también. Tienen muchos roles. Las larvas de insectos acuáticos son descomponedoras de la materia orgánica; se encargan de fragmentar todo lo que entra al agua, rompen las hojitas, se alimentan de los microorganismos que empiezan a crecer en la materia orgánica en descomposición y ayudan con el proceso de ciclo de los nutrientes. Hay otros insectos que se comen las algas que crecen en todos los sustratos: piedras, arenas, troncos y raíces que están en los ríos. Otros son depredadores pues se comen a otros insectos, incluso, hay larvas de libélulas que pueden comer pequeños peces. También hay insectos que filtran la materia orgánica que viene en la columna de agua. Son un montón de roles ecológicos y con esta diversidad de roles se mantienen una enorme diversidad de hábitats en el río.
Usted ha trabajado en el uso de diferentes animales como indicadores de la calidad del agua, ¿por qué este es un tema importante y debería tener un espacio en las legislaciones de los países?
B.R.: Los organismos acuáticos son testigos de lo que le pasa al río. Hay insectos acuáticos que son sensibles a daños ambientales y si yo los encuentro dos meses después, sé que ese río no ha tenido impactos fuertes. Por otro lado, si hubo un derrame minero o de aguas residuales, esos insectos van a desaparecer y tendrán dificultades para regresar al ecosistema. La biodiversidad del agua es una muestra de la integridad que tiene el ecosistema.
Por ejemplo, la directiva marco de la Unión Europea habla de integridad ecológica y, para decir que un río está bien, necesitas reportar como está la comunidad de peces, de invertebrados, de algas, etc. En Latinoamérica nos basamos en los límites de contaminantes, lo cual deja abiertas muchas dudas porque hay sistemas que tendrán una capacidad de resistencia mayor que otros. Lo que se plantea bajo este esquema es un límite estándar para toda el agua dulce del país y todos esos límites son copiados de legislaciones de los años ochenta.
¿Cómo está el tratamiento de aguas residuales en las ciudades latinoamericanas?
B.R.: No es una prioridad porque estamos acostumbrados a políticos que viven de los logros inmediatos y los tratamientos de agua requieren planificación a 20, 30 o 50 años, que debe tener en cuenta el crecimiento de las ciudades. Hay pocas excepciones, como Cuenca, en Ecuador, donde están construyendo una nueva planta y hay una identidad de los cuencanos con sus ríos porque atraviesan la ciudad y están limpios. Los científicos en Latinoamérica debemos acercar a la ciudadanía a los ríos, mientras no sea una prioridad para las personas, no será una prioridad para los políticos. Por ejemplo, la cantidad de material genético del Sars-Cov-2 que encontramos en el río Machángara [en Quito] es alucinante.
Entonces, el virus causante de la pandemia que tiene en crisis a la humanidad fue encontrado en los ríos, ¿qué implicaciones tiene esto?
B.R.: Este virus [Sars-Cov-2] resiste en el agua residual, de ahí el potencial de que los ríos contaminados sigan siendo fuente para que este virus y otros patógenos se perpetúen. Aguas más abajo pueden pasar al ganado, a la vida silvestre y después a los humanos. Todo esto es un tema de salud pública bien profundo que se requiere tratar. No estamos preparados para nuevas epidemias o pandemias, hay muchas probabilidades de que esto vuelva a pasar y el agua residual es una bomba de tiempo.
¿Hay algún estudio que sugiera la posibilidad de contagio por el agua?
B.R.: El año pasado solo se tenía información del Sars y dependiendo de la concentración del virus, y de la cantidad de materia orgánica, este puede vivir por algunos días. Ahora hay nuevos estudios con el Sars-Cov-2 que dicen que este también puede resistir algunos días. El agua no es la vía principal de contagio, eso ya está muy claro, sin embargo, uno de los riesgos es que el agua pueda infectar a algún animal y el virus pueda mutar, generar nuevas variantes que escapen a las vacunas. El peligro es que estas aguas residuales que llegan a los ríos puedan convertirse en reservorios de este tipo de patógenos.
Usted mencionó que no se le suele prestar mucha atención a los microplásticos en los ríos, ¿qué puede pasar si no se atiende ese problema?
B.R.: En las montañas de los Andes hicimos un estudio de microplástico, el primero que se hizo en la región. Los microplásticos son un tema más profundo porque se ha descubierto que hasta la lluvia puede contenerlos. Nosotros los encontramos, en cantidades impresionantes, incluso en ríos que no están contaminados. Los encontramos tanto suspendidos en el agua como depositados en los sedimentos. La mayoría del plástico es de fibras de ropa y esto se va por las lavadoras a los ríos, pero también hay un mal manejo de basuras y el macroplástico llega al río y en la columna de agua se empieza a fragmentar.
Si no se controla y se hace un manejo integral de los desechos, no habrá planta depuradora que logre controlar esa cantidad de plástico que luego llega al mar. Esto puede enfermarnos a diferentes niveles y produce cambios graves al ecosistema como la desaparición de especies. El problema del plástico es prioritario. Cuando empezamos el estudio no imaginamos que íbamos a encontrar tanto microplástico. Pero la solución no solo está en tener planta de tratamiento, sino que debe existir un cambio en el manejo de los residuos, es un tema de consumo.
Latinoamérica es una región donde abundan las hidroeléctricas, ¿cómo estas grandes infraestructuras afectan las dinámicas de nuestros ríos?
B.R.: Se ven como energía limpia pero tienen daños ecológicos asociados. En la Amazonía o zonas bajas de los Andes hay efectos en la migración de peces, pues son una barrera. Estas migraciones truncadas provocan la extinción de especies. Las hidroeléctricas cambian la dinámica de erosión – sedimentación de los ríos y pueden causar que colapsen infraestructuras aguas abajo. Falta una buena planificación respecto a los ríos donde se construyen hidroeléctricas. Está el caso de la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair en el río Coca, un río que es muy dinámico. El colapso de la cascada San Rafael, ya sea por causas naturales o no, cambió toda la dinámica del Coca y una infraestructura costosa como esta [la hidroeléctrica], que aún no ha cumplido su rol y no se ha terminado de pagar, está en riesgo. ¿Hasta qué punto se está planificando bien? Más allá del impacto a los ríos, también se pierden ecosistemas y grandes inversiones de dinero.
¿Hay algún otro proyecto al que se le deba prestar atención?
B.R.: Hidrotambo, en el río Dulcepamba, tiene grandes problemas sociales y no estaría respetando el caudal ecológico. En el pasado hubo una crecida que desapareció la mitad del pueblo y persiste un conflicto constante. Al parecer no se han hecho estudios serios de régimen de caudal, de régimen de sedimentos. En esta zona también se ha dado una fuerte persecución de líderes sociales y ambientales.
Varias comunidades kichwa se quejan por los impactos de un gran derrame de petróleo en el río Coca, en abril de 2020, mientras que las empresas dicen que ya se hizo reparación y remediación. ¿Es posible observar afectaciones aunque ya haya pasado más de un año?
B.R.: Fue un derrame muy grande. Estos hidrocarburos se quedan en las riberas, atrapados en la vegetación. Tienen el potencial de entrar en las cadenas tróficas y las comunidades amazónicas dependen mucho de los ríos. Estudios en Perú han encontrado hidrocarburos y metales pesados acumulados en tapires que toman agua contaminada. El petróleo también se precipita en el lecho del río y se queda ahí, muchos de sus componentes pueden causar cáncer, de hecho, en este caso veías cómo a los pocos días del derrame las personas salían con llagas en la piel.
Fuente:
Antonio José Paz Cardona
Abril, 2021