Poesía de Amante Eledin Parraguez "A orillas del río Mapocho " / Leyenda "Bobok, el sapo que salvó a los yaquis de la sequía "

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

Poesía, Ríos y Leyendas

Poesía

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Amante Eledin Parraguez

Amante Eledin Parraguez, poeta y profesor. Estudia Pedagogía en la Universidad de Chile y estudios de post grado en la Universidad de Portland, EEUU. Sus primeros poemas quedaron registrados en un cuadernillo mimeografiado bajo el título " Mi casa ".

En Chile publica sus primeros poemas en la Revista Contramuro, y tiene una destacada participación en la edición de la misma, colaborando con su diagramación y montaje. En 1980 publica su primer libro formal de poesía en Oregón, EEUU, titulado " Digo Mañana de Algún Modo ", obra que se re-edita en Santiago en 1992. A fines de los 80 publica su experiencia: Escritura y Literatura Infantil, El Pequeño Autor.

En 1991 comienza a dirigir el Taller Literario del Centro Cultural la Barraca de la Florida. En esta instancia trabaja y edita la Revista de poesía " El Cohete ". En 1996 publica un libro de poesía dedicado a Peñalolén titulado, " Peñalolén, nacido de las profundidades ". En 1999 publica su libro de poesía " La canción extraña ". En julio de 2002 publica su novela " Tres años para nacer ". Obra que sirve de inspiración a la película chilena " Machuca " y que se re-edita a fines del 2004.

En el año 2003 publica su cuarto libro de poesía titulado " El Único Lugar " y en 2006 " Incierta travesía ".

 La mayor parte de su obra poética está inédita 

En la actualidad dirige el Taller Literario del Centro Cultural " La Barraca " en la comuna de la Florida. Es Director de la Sociedad de Escritores de Peñalolén y se desempeña como docente en Saint George's College de Santiago.

A orillas del río Mapocho

Espejo de aguas

Crecí con sus aguas

                       al pie de mi cama.

Era su canto en mi oído

      una cuerda atada al sonido del alma.

Siempre cerca, corriendo

                      al lado de mi casa.

golpeando la puerta como amigo,

           creciendo en la misma corriente.

Tengo su acento en el rostro

                          su timbre de voz.

El agua que navega en mis ojos

   y el gesto de hundirme en la tierra.

Tengo el nombre del río en mi torrente,

       un espejo trisado donde aparece

el sol haciendo surcos, el agua

                            que busca las raíces.

Estoy despierto.

    El río me levanta junto a mi casa.

En voz baja su cauce me habla.

          Cruza mi puerta y me arrastra.

Todavía lo sigo,

             salto, subo, tropiezo;

voy pendiente en su hilo,

 recogiendo los sueños hundidos en su lecho.

Estoy vivo, con el mismo latido

               de mi infancia junto al río.

Me levanto con su paso lento

          permanezco en su turbia existencia.

Soy río que busca

     ciego entre brumas su destino:

Resiste el hilo de mis aguas

                 atado al ciclo de la vida.

Junto al río

Donde vivía cuando niño

        no tenía nombre.

Se llamaba orilla del río

    y tenía un rostro plomizo

duro como las piedras:

  sin mañana en la rueda de la pobreza

donde los hermanos heredan los zapatos

     y los golpes que reciben sus hermanos.

Eso era cuando mi madre

     soñaba en su jardín

y pintaba con su sangre cada flor.

     Todas tenían nombre

menos el lugar donde vivíamos.

Se llamaba población junto al río

        separados de los otros

detrás de sus portones.

No tenía sitio mi casa

    sólo un horizonte en la orilla del río.

El agua era el hilo que nos ataba.

   Serpenteaba nuestra vida

         sin rumbo en el torrente:

era mi infancia sin nombre junto al río.

De tus raíces

Hace tiempo salí de ti

          desde tu sonoro territorio

donde habita mi país.

Salí de tus raíces a tus remansos

       en los hilos que dejaste

para tejer árboles en tus orillas.

Sin alejarme de tus sueños salí al aire

     los llevo en mi oído

corren con tu frescura por mis huesos

       brotan como otros ríos desde mis manos.

Todavía la inocencia navega en nuestros cauces

      aunque la muerte haya teñido  nuestras aguas.

No matamos la esperanza, la libertad aletea.

No apagamos la noche ni la sangre

     pero en nuestros ojos pasaron los abismos.-

La Leyenda

Bobok, el sapo que salvó a los yaquis de la sequía

En tiempos antiguos, en la región yaqui, el agua desapareció por un gran período de tiempo.

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Los yaquis sufrían una sed que los devastaba. Los ojos de agua se secaron, los yaquis hicieron pozos y no encontraron agua. Los indígenas apagaban su sed con algunas plantas verdes.

Por esa necesidad intentaron enviar un mensaje a Yuku, dios de la lluvia. Primero le pidieron al gorrión que llevara el mensaje, el pajarillo voló directo a ver a Yuku y después de saludarlo de parte de los ocho pueblos le dijo 'Me pidieron que te rogara por el favor de la lluvia'. A esto respondió Yuku diciendo:

-'Con gusto. Vete sin preocupación y dile a tus amigos que habrá lluvia.'-

El gorrión descendió a gran velocidad, pero antes de llegar con los yaquis, el mundo se llenó de nubes y comenzaron los rayos alcanzandolo, por lo tanto, nunca llegó a la tierra.

Viendo que el gorrión no regresaba, los yaquis pidieron a la golondrina realizar la misma misión. La golondrina voló hacia el dios de la lluvia, suplicándole de parte de sus jefes que les enviara un poco de agua porque los yaquis morían de sed. Yuku le respondió de muy buen humor: 

-'Ve sin preocupación con tus amigos. Atrás de ti llegará la lluvia.” -

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La golondrina voló de regreso, pero al igual que el gorrión, fue destruida por el rayo y el viento. Ni ella ni una sola gota de lluvia llegaron a la tierra yaqui.

Entonces, los líderes de la tribu, desesperados, no sabían a quién enviar hasta que se acordaron del sapo que estaba en un lugar llamado Bahkwam que significa laguna y que ahora es el pueblo de Bácum. Ahí encontraron al sapo, Bobok.

-'Debes ir con el dios de la lluvia y rogar porque nos la mande.'-

-'Muy bien', dijo el sapo, 'Con su permiso me retiraré para alistarme para el viaje de mañana. Espérenme a mí y a la lluvia.” -

Se fue a la laguna (Bahkwam) y visitó a un amigo que era mago que le proporcionó alas de murciélago.

Al día siguiente, Bobok voló hacia las nubes y encontró al dios de la lluvia. Luego de saludarlo de parte de sus jefes, le dijo:

-'Señor, no desprecie a los yaquis, envié un poco de agua para beber porque morimos de sed.”-

'Muy bien' respondió el dios. 'Adelante, no te preocupes, la lluvia te seguirá muy aprisa.'-

El sapo sabiendo lo que le esperaría fingió partir, pero realmente se metió bajo una nube. Poco tiempo después, el cielo se nubló, se vieron rayos, se oyeron truenos y comenzó a llover. La lluvia llegaba a la tierra, pero no alcanzaba a Bobok. El sapo subió más arriba que la lluvia, escondiéndose entre las nubes y croando:

Resultado de imagen para el sapo y la leyenda

“KOWAK KOWAK KOWAK” 

La lluvia, oyendo al sapo, comenzó a caer de nuevo. El sapo dejó de cantar y la lluvia, pensando que estaba muerto, se calmó otra vez. Entonces, el sapo empezó a cantar de nuevo, yendo desde la lluvia hacia la tierra. Al fin la lluvia llegó a la región yaqui, todavía buscando al sapo para matarlo.

Llovía por toda la tierra y de repente hubo muchos sapos, todos cantando.

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“ahora cada vez que croa el sapo, la lluvia baja a la tierra buscando a quien se burló de ella.”