Poesía de Juan Garrido Salgado"Fragmento sobre el Río Mapocho" / Leyenda " La historia de la Laguna de Ortices "
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Poesía, Ríos y Leyendas
Juan Garrido Salgado
Fue refugiado político en Australia, desde 1990. En Chile en uno de los tantos allanamientos policiales a las poblaciones sus abuelos quemaron una caja de su poesía, por miedo. También sufrió la prisión y la tortura en manos de la CNI en el cuartel Borgoño. Ha publicado cinco libros de poesía, y sus poemas han sido ampliamente traducidos. Él mismo ha traducido obras al español de poetas australianos tales como: John Kinsella, Mike Ladd, Judith Beveridge, Dorothy Porter y MTC Cronin, incluyendo el libro de Cronin Talking to Neruda's Questions (2004). Tradujo cinco poetas aborígenes para la Antología de poesía: Espejo de Tierra (Earth Mirror) Editado por Peter Minter y la Embajada Chilena en Australia. (2008). Con Steve Brock y Sergio Holas, Juan Garrido Salgado tradujeron al Inglés; La Antología Trilingüe Mapuche, Poesía de la Tierra. Publicado en diciembre de 2014 por IP (Publicaciones Interactivas). Ando Sobre Rastrojos ... fue publicado en Chile-Valparaíso(2014). Diálogo con Samuel Lafferte en Australia publicado por Blank Rune Press BRP-Melbourne.Australia (2016).
Poesía
Fragmento sobre el Río Mapocho
¿Quién eres entre las aguas orillando
nuestra vida y miseria?
¿Quién eres en este país-río mapocho,
maypun o mapucho-?
antes de la colonia tu fonética fue
mapucheco río de los mapuches
sonido del mapudugun
pez, agua y fruto eran tus bordes.
Con la llegada del Imperio de la
armadura, el caballo y la espada
fuiste combate y sangre en la resistencia.
Río Mapocho tienes raiz del cultivo
ancestral en tus sueños
torrentes casi mágicos de sangre y agua
corrientes que nos atraviesan el alma y cuerpo
como si los fusilados a la orilla de la
niebla de 1973
fueran galopes en la piedra mojada de
siglos que cayeron
desde esa palabra escrita que ya no
puedo pronunciar
porque los ríos le lloran sus penas y
desgracias al mar.
Canales de lágrimas en la comarca de
la injusticia
así caen tus aguas puras que navegan
hacia el horizonte
donde la sangre viaja sin retorno
desde los Andes hacia el padre
océano
Río Mapocho tienes la misma infancia
que dejamos ir
en balsas de palos de helados
que tirábamos como la carrera más
importante de la niñez.
Mucho antes de que las balas del fusilamiento
nos asustarán los juegos para siempre
transformando las aguas en sangre/versos
de poetas contra el dictador.
Río Mapocho tienes sangre que ya
nadie recuerda
ni siquiera los soldados en prisión,
menos los fusileros
Río Mapocho brazo de la muerte que
atraviesa Santiago
ahí esta esos cuerpos y nombres
ecos del disparo disparado por la
orden del Capitán.
Ahí están esos cuerpos y nombres abrazados a la luna
desgarrando la memoria del
sobreviviente Luis González Plaza
ecos de los que fusilaron al padre
español Joan Alsina
Luis Alberto Verdejo Contreras (26),
Luis Miguel Rodríguez Arancibia (23),
Alfredo Andrés Moreno Vidal (23),
Luis González Lazo (20),
Luis Segundo Suazo Suazo(20),
Domingo de la Cruz Morales Díaz (20),
David Oliberto Gayoso González (18),
Mario José Matus Santos (18),
Luis Armando Toro Toro (17),
Luis Humberto Toro Vidal (17),
Rigoberto Enrique Julio Díaz (17),
Jaime Max Bastías Martínez (17),
y Leonilda Isabel Díaz Díaz (14).
Entre las aguas del Río y el puente
Bulnes fuero cayendo
despedazados por la noche del
toque de queda
cada nombre se hizo lluvia intensa
gotas de sangre en cada bala
perforando los círculos expandidos
del dolor en el agua
agujeros ahuyentando la calma del agua de los caídos para siempre
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*El mayor de las víctimas tenía 26 años. La menor, una muchacha de 14 años , estaba embarazada de seis meses.
La Leyenda
La historia de la Laguna de Ortices
Esta es la historia de la creación de la Laguna de Ortices (Santander) tal como me la contó doña Soraya, una vecina de la laguna. Y a ella a su vez se la contó su padre y a este su nono. Así es como la cuento yo, a partir de lo que anoté de su historia y de lo que pude retener en mi memoria.
Cuentan que antes cuando el pueblo que queda al lado de la laguna eran apenas unas cuantas casas llegó una joven con su esposo y su hija buscando un lugar donde poder montar un ranchito en la parte plana. Esta joven se llamaba Juana Ortiz. Sin embargo, las personas que vivían por ese entonces en El Rodeo (el pueblo) eran muy mezquinas y envidiosas por lo que nadie les dio un trozo de tierra donde montar su rancho y les dijeron que el único lugar disponible era en la selva que quedaba detrás del pueblo. Juana y su familia se dirigieron a esta selva y después de tumbar el monte construyeron por fin su rancho. Entonces en la mitad del patio de la casa, la joven Juana puso un platón de metal lleno de agua, este platón fue creciendo y creciendo hasta tragarse la casa y todo el monte. Así nació la laguna. Tras Juana volverse laguna, su esposo entonces se fue para la parte alta donde se convirtió en otra laguna y su hija a la Mesa de los Santos donde también se convirtió en otra. Por eso estas tres lagunas son familia.
Pero la laguna en que se convirtió Juana era brava. Nadie podía arrojarle piedras porque el cielo se cubría de nubes y de repente empezaba a caer una tormenta de granizo. También las personas que tenía que cruzar por su orilla para poder ir a San Andrés, la laguna los atacaba con grandes olas como si fuera un mar y se los tragaba. Sin embargo, era el único lugar donde se podía lavar ropa en el pueblo, así que con todo y su bravura, las mujeres tenían que ir a sus orillas para poder lavar la ropa, todas excepto la ropa blanca, porque doña Juana la detesta.
Doña Juana además atraía a las personas. Cuentan que desde que apareció la laguna surgían de ellas cerdos y bebés de oro que bajaban al pueblo pero que nadie podía coger. También en la noche del jueves santo, si se paraba uno sobre una piedra blanca de la laguna aparecía frente a los ojos de las personas un pueblo entero hecho en oro. Todas las montañas se llenaban de casas como si fuera Bogotá, así de grande. También seducía a las mujeres con sus juncos llenos de flores hermosas, las más hermosas que hayan visto por estas tierras, entonces cuando las mujeres trataban de coger las flores, los juncos las atrapaban y las ahogaban. Pero pasó que un día que llegaron unos gringos al pueblo y enterándose de las historias de oro empezaron a investigar al respecto y encontraron unas piedras cargaditas en oro y esmeraldas que se llevaron para su país. Desde entonces las criaturas y la ciudad de oro dejaron de aparecer. Pero la laguna seguía siendo brava, más brava que nunca.
Sucedió entonces que, como para esa época no había iglesia ni cura en el pueblo, tenía que bajar el padre de San Andrés hasta El Rodeo una vez cada año. El padre venía para realizar los bautizos y los matrimonios, oficializaba la eucaristía y partía de nuevo. Una vez, terminadas sus labores en el pueblo, el padre cogió camino rumbo a San Andrés junto con un niño chiquito que hacía de sacristán. Entonces la laguna, furiosa atacó el padre y al niño tragándose al pequeño. El padre para calmarla le arrojó el cáliz y el cinto y con esto la laguna dejó de ser brava para siempre. Sin embargo aquel niño nunca más se volvió a ver.
También se cuenta que Doña Juana, ya vieja, salía de vez en cuando de la laguna y subía hasta el pueblo de San Andrés en los días de mercado, entonces compraba algunas cosas y hablaba con el padre, la única persona con la que se podía comunicar. El padre la reconocía porque era una viejita pequeña de trenzas largas y negras que siempre cargaba una gotica de agua bajo el mentón, ahí Doña Juana llevaba el agua encantada de la laguna. También cuentan que una vez otro padre bajó hasta la laguna para hablar con doña Juana, entonces ella le dijo que quería irse de ahí, llevarse la laguna a otro sitio pero que para eso necesitaba su permiso porque es él quien mandaba ahora en estas tierras. Entonces el padre le dijo que le permitiría irse y llevarse la laguna en una cascarita de huevo pero con la condición de que devolviera el cáliz, el cinto y el niño. Doña Juana se puso brava y sentenció: el es mi hijo, yo lo he criado desde que era un niño, ahora es un hombre que me pertenece, nunca se lo voy a devolver. Entonces el padre, sin ningún rastro de miedo contestó: si no me das al niño nunca te irás de acá, vivirás siempre
en este valle y entre estas montañas.
Aún así, otras personas en el pueblo cuentan que la laguna todavía quiere irse, quiere volver con su esposo y su hija y que por eso, en algún momento se desbordará y saldrá buscando a su familia llevándose a su paso todo lo que se le interponga.
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Emerson A. Buitrago
Antropólogo