Brecha de género y seguridad hídrica
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Agua y Género
Los países desarrollados han logrado tal status con la participación democrática y justa de la mujer en los distintos niveles gubernamentales, económicos, políticos, ambientales y sociales.
La reciente promulgación de la Política Nacional de Igualdad de Género, es un golpe certero y profundo al espinazo de una sociedad peruana conservadora y cerrada al cambio, especialmente en el tema de la igualdad de género.
Ya sea por machismo, prejuicios, historia o cultura, la mujer ha sido injustamente marginada en las distintas esferas sociales, especialmente en las instancias decisorias de gobierno. El machismo le impuso un corsé normativo limitante, excluyente y oprobioso: como mujer, como madre de familia, como trabajadora y como actora de los destinos del Perú. Por ello, la pobreza material y cultural que vivimos.
En el tema del agua es muy significativo este poder invisible, ilegal e irracional. La propiedad de la tierra (de la que deriva la licencia de agua, principalmente) es básicamente masculina, heredada y privilegiada en el matrimonio, amén de una interesada distribución de la tierra y comercialización de los productos y/o cuestiones étnicas y antropológicas, de una visión estatal sesgada, de una distorsionada religiosidad, de poder, etc.
Una superestructura o ropaje ideológico que ha ido ocasionando que la mujer sea despojada progresiva y aceleradamente de su derecho al acceso a la educación, la cultura, la política, la ciencia y la tecnología de la información, alejándola de una activa participación en la gestión ‘integrada’ del agua, pese a su importante papel en la economía, agricultura y ganadería familiar.
No lograremos gobernanza ni seguridad hídrica, ni mucho menos venceremos la pobreza y habrá justicia social, si la mujer especialmente campesina continúa socialmente relegada, fuera de las normas e ignorada en las organizaciones agrarias, de usuarios de agua y comunales, donde apenas logra una presencia de no más del 10%, al igual también como sucede en el sector de agua y saneamiento.
La historia confirma que si no solucionamos la cuestión de género, las brechas sociales seguirán profundizándose en todos los campos del quehacer humano.
Por ello, la decisión de la Autoridad Nacional del Agua de Perú de transversalizar e impulsar el enfoque de género en la gestión integrada de los recursos hídricos, y además de proyectar una norma que promueva la alternancia y paridad de género en las dirigencias agrarias es vital para una mejor y eficiente administración de la infraestructura hidráulica impulsando el sector agropecuario y el desarrollo sostenido nacional.
Echar atrás viejos y caducos paradigmas y empoderar a las mujeres para que asuman mayor liderazgo, presencia y responsabilidades, especialmente en las organizaciones de usuarios de agua, es una decisión valiente, loable y digna de imitar por otras instituciones públicas; no hay otra forma de lograr la seguridad hídrica y alimentaria.
Fuente:
Luis Lujan Cardenas
Junio, 2020