Agua y saneamiento en zonas rurales de El Salvador: “Mis hermanos enfermaban por el agua"

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

Agua y Saneamiento

  •  Este fue el caso de Sonia Ruiz, de la comunidad de Apastepeque, en San Vicente, a 60 kilómetros de la capital.

La mayoría de mis hermanos estaban siempre enfermos por el agua. Nosotros tomábamos agua del río. Soy la mayor y la que estuvo más grave”, recuerda Sonia, señalando las consecuencias de consumir agua contaminada.

La falta de acceso al agua y al saneamiento impactaba la vida económica y cotidiana de la comunidad. La producción agrícola, principal fuente de ingreso, sufría debido a la escasez de agua. Elena Menjívar comenta: “Era triste porque si uno no tenía dinero y no tenía agua…”. Las mujeres, en particular, se veían afectadas al tener que madrugar para recolectar agua. Verónica Machado cuenta: “Teníamos que madrugar, porque hacíamos fila para sacar agua. Llenábamos tres barriles para llevar en la carreta con los bueyes”.

Más de 2.000 millones de personas en el mundo carecen de acceso seguro a agua y saneamiento, afectando a aspectos como la higiene y la salud, según el Programa Conjunto de Monitoreo del Abastecimiento del Agua, el Saneamiento y la Higiene (JMP por sus siglas en inglés).

La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) junto al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) lanzaron un proyecto que permitió a comunidades rurales y periurbanas de El Salvador acceder por primera vez a agua y saneamiento seguro. “La Cooperación Española ha incidido en mejorar y ampliar los servicios de agua en zonas rurales y periurbanas, fortalecer los sistemas de saneamiento básico y la gobernanza de los recursos hídricos”, explica Fernando Rey Yébenes, coordinador de la Cooperación Española en El Salvador. 

Una de las líneas de trabajo del programa fue, precisamente, optimizar al máximo los proyectos aplicando el principio de economía de escala; reuniendo al mayor número posible de beneficiarios se garantiza su sostenibilidad, ya que cuantas más comunidades compartan el servicio, menores serán las tarifas de uso, un aspecto fundamental en zonas donde la pobreza alcanza niveles muy altos.

La participación comunitaria, clave en el proceso

El desafío era considerable, ya que comunidades como Apastepeque nunca habían contado con estos servicios. La participación comunitaria fue clave en el proceso. “Que sea la gente quien esté a cargo de su administración, cuidado y mantenimiento es una de las claves del éxito”, afirma William Semerón, de Concepción Batres.

El proyecto de la AECID y el BID mejoró significativamente las condiciones de vida de las comunidades. Para Menjívar, esto significa ahorrar tiempo en las tareas domésticas: “Ahora que tenemos agua, ya no salimos a la pila a lavar. No anda con aquello de que va a lavar al río”. Verónica Machado, de Concepción de Batres, se alegra por la seguridad que esto brinda a sus hijos: “Los niños se bañan a cada rato. Vienen, se cambian, les doy almuerzo y se lavan las manos. Nunca permanecen sucias sus manos”. Sonia Ruiz también vio mejoras económicas: “Cuando tuvimos agua, plantamos 20 árboles. Vendo 100 mangos a 20 dólares”.

Nuevas oportunidades a través del agua y el saneamiento

Gabriela Mistral, destacada poeta y primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura (1945), decía: “El agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza”. Estas palabras resaltan cómo el vital líquido cambia nuestra realidad y percepción. Algo evidente en las comunidades rurales de El Salvador después del proyecto que les proporcionó acceso seguro al agua y saneamiento por primera vez. 

Para las comunidades de Apasteque y Concepción Batres, el acceso seguro al agua no solo mejoró su salud y bienestar, sino que también abrió nuevas oportunidades económicas. “Este ha sido un proyecto sumamente valioso que, de no ser la Cooperación Española y el BID, no hubiese sido una realidad [...] La ayuda que se recibió fue vital para que hoy en día unas mil familias de alrededor de 17 comunidades de nuestro municipio tengan este servicio”, explica William Semerón.

“Les agradezco mucho por haber pensado en nosotros, por habernos tomado en cuenta y haber hecho posible que tengamos agua en nuestras casas”, agrega Sonia, quien ahora no teme tomar agua de forma segura en su casa.

Este artículo es parte de la serie “Cambiando el mundo a través del agua y el saneamiento”, una colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que destaca el impacto que los proyectos de agua y saneamiento tienen en las personas de América Latina y el Caribe.

Fuente:

 
 

Julio, 2024