Aire Libre Enero: ríos urbanos renaturalizados, de Madrid a Burgos y Barcelona
“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar“
Ríos del Planeta
Muchas ciudades y pueblos se asientan a la orilla de un río por los diversos recursos y servicios que han ofrecido desde siempre, principalmente agua para beber, lavar y moler grano y como vía de comunicación mediante la navegación. En nuestra intención mensual de animar a salir al Aire Libre acorde con las medidas de reducción de la movilidad por la pandemia, iniciamos 2021 dando a conocer los cauces fluviales más cercanos, fuentes también de efectos saludables desde lo natural. Empezamos por Madrid y su renaturalizado tramo urbano del río Manzanares, al que, a pesar de demostrar su vitalidad natural recuperada, algunas mentes perversas quieren devolver al pasado de sus aguas estancadas.
En mayo de 2016 comenzó uno de los procesos de renaturalización fluvial más importantes llevados a cabo en España por la trascendencia del río, el Manzanares, y la ciudad, Madrid. Pero también por el efecto de réplica que puede conllevar para otros ríos urbanos que se encuentran en una situación similar. Antes de mayo de 2016, el Manzanares era un canal de agua retenida por diversas compuertas. La sola apertura de estas para que fluya libre el cauce ha permitido que la flora y la fauna vuelvan a colonizar un río vivo en el que, solo en aves, se han censado ya más de 80 especies diferentes.
Madrid mira ahora más al río, a sus bosquetes de sauces y álamos, a sus isletas de vegetación en las que se refugian ánades, gallinetas, agachadizas y ruiseñores, y al lecho en el que se vuelven a ver barbos corriente arriba y abajo, y a gaviotas, garzas, martines pescadores, chorlitejos y lavanderas que andan detrás de ellos y de otros peces e invertebrados de los que se alimentan. Hasta se han dado avistamientos de nutrias. Todo gracias a un proyecto de renaturalización impulsado por Ecologistas en Acción y ejecutado por el Gobierno municipal encabezado por Manuela Carmena. Proyecto que la actual corporación, a instancias de Vox, quiere estudiar revertir en parte para volver a estancar sus aguas y crear un canal de remo.
Del Manzanares al Arlanzón
En la confianza en que esta propuesta de vuelta al pasado no se lleve a cabo, la figura blanca de la garceta común en vuelo sobre el lecho del Manzanares o el mero suave transcurrir cristalino de sus aguas sirven como escape natural para la ciudadanía de Madrid, ansiosa de tener este tipo de vivencias a la puerta de sus casas en momentos tan duros. Algo similar les ocurre a los ciudadanos de Burgos. La renaturalización del río Arlanzón es otro de los buenos ejemplos de recuperación de un ecosistema fluvial en plena ciudad. Aquí la biodiversidad se percibe a pie de cauce, con personas que se apuntan como voluntarias a censar especies y que sienten la emoción de recorrer un río en el que crece una vegetación que enaltece aún más las vistas hacia la catedral de Burgos.
En el tramo urbano del Arlanzón es más fácil ver nutrias, sobre todo porque el proyecto de renaturalización del río tiene más años que el del Manzanares y porque gran parte de sus orillas mantienen su formación y trazado original. Pero también gracias a las escalas para peces que han colocado y que facilitan el remonte de varias especies para desovar. La recolonización de especies autóctonas como truchas, bogas y gobios hace que la nutria encuentre más alimento y que las burgalesas y burgaleses se sientan más orgullosos de su río.
Del Besós al Llobregat
Estamos de vuelta a una gran ciudad: Barcelona. Sus límites por el sur y por el norte son dos ríos: el Llobregat y el Besós, respectivamente. Este último llegó a estar considerado como uno de los ríos más contaminados de Europa, cosa que ahora sorprende a quienes no vivieron de cerca sus peores momentos y transitan por los paseos y parques fluviales de la gran conurbación urbana que forman las ciudades de Santa Coloma de Gramanet, Montcada i Reixach y Sant Adrià del Besòs y los distritos de Nou Barris, Sant Martí y Sant Andreu de Barcelona. A partir de esta recuperación muchas personas se han aficionado a la observación de aves y la fotografía de naturaleza para sentir aún más de cerca esta biodiversidad urbana. Además, varios paneles informan sobre las oropéndolas, petirrojos, pájaros moscones e incluso rapaces que nos podemos encontrar.
El río Llobregat, aunque todavía sufre la tremenda presión de tener un aeropuerto y un enorme polígono industrial bordeando sus orillas, ha conseguido sacar algo la cabeza para respirar gracias a proyectos de recuperación que comenzaron hace 15 años. En este caso, el principal atractivo natural reside en la zona protegida dentro del delta del Llobregat. Lagunas, marismas, pinares y dunas a un paso de la ciudad de Barcelona, y de otras como El Prat de Llobregat, Gavá y Viladecans, permiten disfrutar de un cruce de ecosistemas acuáticos entre el mar y el río.
Del Bernesga al Nervión
El río Bernesga, tanto en tiempos de confinamiento duro como más laxo, está siendo otra vía de escape natural esencial para los habitantes de la ciudad de León. Aquí también se emprendieron labores de restauración, como la demolición de algunos azudes (pequeñas presas) y la limpieza de su cauce, que devuelven cada vez más biodiversidad al río.
Lo mismo ocurre con los meandros del Arga que serpentean entre Pamplona y ciudades limítrofes o con algunos tramos del río Nervión a su llegada al meollo urbano en torno a la ciudad de Bilbao.
Los ríos más rurales
No cabrían ni en diez entregas de Aire Libre la relación de ríos a los que salir a disfrutar de su naturaleza y también, por qué no, a señalar aquellos cauces y tramos que aún precisan de una recuperación por el trasnochado afán de convertir en canales hormigonados y destino de vertidos y residuos lo que deben ser ecosistemas fluviales prístinos y repletos de flora y fauna. Más allá de, por ejemplo, el Guadalquivir en Sevilla, el Ebro en Zaragoza, el Tajo en Toledo o el Odiel en Huelva, quiero terminar con los ríos más rurales.
Solo en el medio rural surgen paisajes como el abrazo de los meandros del Júcar a pueblos como Jorquera, La Recueja y Alcalá del Júcar, en Cuenca; la historia y la cultura de romanos, árabes, judíos y cristianos que riegan el Turia y su afluente el Tuéjar en Chelva, Calles y Chulilla, en Valencia; los primeros pasos en Teruel del Matarraña entre Beceite y Valderrobres, en lo que llaman la Toscana española; y la sorpresa de una Sevilla casi desconocida a lo largo de la Rivera del Huesna, desde su nacimiento en San Nicolás del Puerto hasta su desembocadura en el Guadalquivir, en Villanueva del Río y Minas.
Fuente:
Javier Rico
Enero, 2021