Higiene menstrual, el último eslabón del saneamiento completo
“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”
Agua y Saneamiento
En un nuevo proyecto en Malaui abordamos la higiene y educación menstrual en las escuelas como elemento integral e insustituible de cualquier planteamiento de acceso al agua y al saneamiento. Más allá de agua limpia y letrinas seguras, las escolares necesitan instalaciones dedicadas, acceso a suministros, la capacitación del profesorado y cambios culturales entre los chicos, sus padres y el resto de la comunidad. Sólo así podremos hablar de saneamiento completo.
¿Qué adolescente asistiría a clase con las manos o el uniforme manchados de sangre menstrual? En estos casos, la vergüenza y la ansiedad son motivos suficientes para abstenerse de acudir a la escuela. Es lo que ocurre en muchas de las comunidades económicamente más débiles cuyos centros educativos no disponen de instalaciones de saneamiento sanitariamente seguras y sin ninguna garantía de privacidad para las estudiantes.
El problema va más allá de la falta de privacidad en las letrinas: las chicas necesitan espacios dedicados para gestionar el lavado y secado de sus prendas y compresas, si es que tienen acceso a estas últimas. En realidad, pocas escuelas de las zonas más deprimidas, especialmente las rurales, tienen estos espacios y rara vez las mujeres pueden acceder a productos de higiene íntima, ya sea por su inexistencia en los comercios o porque su precio es inasequible.
Salud e higiene menstrual son condiciones ineludibles para el WASH (Agua, Saneamiento e Higiene) escolar. Las consecuencias de estas deficiencias muestran uno de los aspectos más demoledores de la desigualdad de género. Según UNICEF, en algunos países de África, las estudiantes pierden una media de cuatro días de colegio al mes durante su ciclo menstrual, y en el sur de Asia entre tres y cuatro días, lo que equivale a un 20 % del tiempo de asistencia escolar anual. En el peor de los casos, se da el abandono irreversible de los estudios, lo que suele ocurrir en las culturas en las que, además, la menstruación arrastra falta de conocimientos y tabúes de todo tipo. Es uno de los factores que contribuyen a que, en todo el mundo, el 22% de las niñas adolescentes no asistan a la escuela, no tengan empleo ni reciban formación de ningún tipo, en comparación con el 12% de los niños de la misma edad.
Un proyecto pionero en Malaui
En Malaui, estamos colaborando en un proyecto con UNICEF en cuatro escuelas con un enfoque que contempla todo el ciclo del saneamiento con perspectiva de género: acceso al agua, letrinas seguras y privadas, instalaciones de lavado de manos, espacios dedicados a las estudiantes, la adecuada educación en salud menstrual y acceso asequible a los productos de higiene femenina.
El proyecto se desarrolla en la zona periurbana de la capital del distrito de Lilongwe y en la zona rural de Chikwaw. Allí, de media en las escuelas, hay una letrina por cada 150 estudiantes, lo que es insuficiente y una de las causas de su deterioro: muchas se embozan y es el alumnado, sin formación sobre su funcionamiento, el encargado de limpiarlas, muchas veces como castigo impuesto por un profesorado también sin capacitación.
Acceso al agua con energía solar y letrinas seguras privadas
Sin agua limpia no hay saneamiento ni higiene. En el entorno de las escuelas el acceso al agua es incierto, ya que el nivel de la capa freática ha descendido a causa de las recurrentes sequías de los últimos años y es inalcanzable para las bombas manuales Afridev que se suelen usar en la zona, ya que estas sólo pueden extraer agua a una profundidad máxima de 45 metros.
Por ello, el primer paso del proyecto es la restitución del suministro y la única posibilidad es utilizar bombas mecánicas. Para evitar los caros y contaminantes combustibles fósiles se están instalando bombas impulsadas por energía solar; es un sistema de funcionamiento más sencillo y más sostenible también en cuanto al mantenimiento.
En el acondicionamiento de las letrinas se están construyendo espacios dedicados para que las chicas puedan gestionar su higiene menstrual; dispondrán de agua corriente, una puerta que se podrá cerrar por dentro y un tendedero, de forma que puedan lavar y secar compresas y prendas.
El profesorado, debidamente formado en saneamiento, transmitirá sus conocimientos a los alumnos para que utilicen y mantengan correctamente las letrinas, y asegurar así, de un curso a otro, la sostenibilidad.
De la escuela a la comunidad: no deben faltar las compresas
Pero la disponibilidad de agua y privacidad no soluciona del todo el problema de las chicas si estas no tienen productos absorbentes adecuados. Uno de los objetivos del proyecto es sustituir el uso de gasas, que es común en las comunidades, por el de compresas reutilizables, mucho más seguras y que son ampliamente aceptadas en Malaui, al contrario de la copa menstrual que todavía es rechazada.
Pero las compresas no se encuentran con la calidad suficiente o no son asequibles para la economía familiar. Con este proyecto damos un paso más en la conceptualización del objetivo final del saneamiento en las escuelas: además de letrinas seguras y privadas, las chicas deben poder acceder a suministros para la higiene menstrual.
Esto suele ser un serio problema en amplias zonas de los países pobres y con falta de conocimientos al respecto. Para solventarlo, un factor clave es implementar ferias de mercado para promocionar estos productos, popularizarlos entre las comunidades y facilitar la creación de una cadena de suministro fiable y continua.
En la Fundación somos plenamente conscientes de la importancia del acceso a productos de higiene femenina eficaces para avanzar en la igualdad de género. En India, país en el que unos 113 millones de chicas dejan la escuela en la pubertad, desarrollamos el proyecto de creación de una Unidad de Fabricación de Compresas Sanitarias, en un barrio degradado de Haiderpur, en el estado de Haryana. Allí, unas 50 mil mujeres se beneficiaron de la disponibilidad de estos productos, además de muchas que encontraron una oportunidad laboral cercana a sus casas.
Educar para la salud menstrual, la clave del saneamiento completo
En Malaui, el 82% de las niñas no saben nada sobre salud sexual ni la menstruación antes de su primer ciclo, además muchas de ellas ni siquiera conocen su existencia al experimentarlo. Una vez en la pubertad, siguen teniendo muy poca información fisiológica cabal en su comunidad, ya que existen muchos tabúes al respecto. Algunos de ellos están muy extendidos en muchas comunidades rurales de África y el sur de Asia: que se van a morir si alguien ve la sangre, que esta se puede utilizar en prácticas de brujería, que arruinan las cosechas, etc. También, muchas veces, al menstruar, sufren el acoso y la burla de sus compañeros, quienes desconocen el tema o tienen una visión culturalmente distorsionada.
El proyecto incide en lograr un cambio profundo en el enfoque educativo. La formación de los chicos es esencial para que los resultados conseguidos con sus compañeras prosperen en el futuro. También es imprescindible que las madres y el profesorado accedan a información científica y sanitaria para garantizar el cambio de las pautas culturales sobre la menstruación y la salud sexual.
Un modelo replicable para Malaui, África y el mundo
Según el Banco Mundial, Malaui es el octavo país más pobre del mundo. Esto se refleja en que, según datos del PCM, en las escuelas, más del 16 % de los escolares, unos 1,3 millones, no disponen de ningún servicio de saneamiento, viéndose obligados a defecar al aire libre en horario escolar, y más de seis millones no tienen ninguna instalación de lavado de manos.
El objetivo ulterior del proyecto es de suma importancia: lograr un modelo replicable en contextos periurbanos y rurales, los más problemáticos, de forma que este pueda extenderse a otras zonas del país y del resto del mundo. Son muchos los ODS que están implicados directamente en ello.
Fuente:
Octubre, 2022