Restaurando la tierra sagrada

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

Humedales y Manglares

  • Las comunidades del norte de Colombia cuentan con nuevos incentivos para proteger sus valiosos humedales

La región de La Mojana, en el norte de Colombia, tiene dos problemas con el agua: o hay en exceso o hay muy poca.

Alternándose entre inundaciones continuas y sequías dañinas, las comunidades de la región -unas 400.000 personas que se encuentran entre las más vulnerables del país- han tenido dificultades para proteger su salud y su entorno, generar ingresos sostenibles y adaptarse a un clima en constante cambio.

Además, las previsiones muestran que las inundaciones y las sequías serán cada vez más extremas e intensas, en un contexto donde las temperaturas van en aumento y las estaciones secas se hacen más largas, seguidas por lluvias torrenciales y repentinas.

El delta interior de La Mojana comprende 500.000 hectáreas fértiles en un entramado de ríos y humedales que nutren a uno de los ecosistemas más ricos del planeta. Como muchos humedales de importancia vital, La Mojana se enfrenta a amenazas constantes. Cada año se pierde alrededor del 1 % de todos los humedales del mundo. En el último siglo, han desaparecido el 64 %, un ritmo incluso más acelerado que el de la deforestación. 

Los predicciones muestran que las inundaciones y las sequías serán más extremas e intensas, con temperaturas que van en aumento y temporadas secas más largas, seguidas de lluvias torrenciales y repentinas. Fotos: PNUD Colombia / Andrés Estefan

Ante esta situación, el Gobierno colombiano convocó al PNUD para trabajar con las comunidades locales, entre ellas pueblos indígenas, y apoyarlas en la adopción de medidas más drásticas.

En 2013 se puso en marcha una estrategia de adaptación climática para la región. Esta, contemplaba un proyecto piloto de 8,5 millones de dólares de los Estados Unidos (USD) financiado por el Fondo de Adaptación denominado "Reducción del Riesgo y de la Vulnerabilidad al Cambio Climático en La Mojana". El proyecto adoptó un enfoque innovador al aprovechar las respuestas que las comunidades ya estaban poniendo en práctica para hacer frente a la creciente vulnerabilidad climática de la región, centrándose en la restauración de los humedales, los medios de subsistencia locales y las infraestructuras.

El proyecto se construyó en colaboración con gobiernos y comunidades locales, con el fin de proteger este ecosistema vulnerable.

Aproximadamente 1.665 mujeres han sido capacitadas en técnicas de conservación para restaurar y preservar su hogar ancestral, así como para mantener a sus familias. Fotos: PNUD Colombia / Andrés Estefan

También ha ofrecido los recursos e incentivos a emprendedoras como Raquel Castillo Puentes para establecer un vivero y contribuir a los abundantes recursos naturales de su comunidad.

"Cuando vinieron a hablarme del proyecto, me emocioné, por eso les propuse que pusieran el vivero en mi parcela. Voy para allá y echo un vistazo a las plantas, las riego y paso el día con ellas, incluso tengo flores plantadas", enfatiza Raquel. 

En la actualidad, el vivero “Las Palmitas” de Raquel cuenta con más de 40.000 plántulas y ya ha contribuido con la plantación de 20.000 árboles. La iniciativa ha tenido tanto éxito que en 2018 se puso en marcha un proyecto complementario, respaldado por el Fondo Verde para el Clima y dotado de 38 millones de USD, llamado "Mojana Clima y Vida". 

El proyecto, que cuenta con una duración de ocho años, está contribuyendo a mejorar la calidad del agua y a proteger la valiosa biodiversidad de la región. Y lo hace abogando por un enfoque adaptativo hacia las comunidades, quienes comprenden que la protección de los humedales es una inversión para su propia resiliencia climática. El rescate de las tradiciones y los conocimientos locales son fundamentales para lograrlo.

Las comunidades de La Mojana han restaurado cerca de tres kilómetros cuadrados y, solo por su cuenta, Raquel ha plantado 1.124 árboles de especies como la palma americana, el laurel y el pimiento, en una extensión de 1,2 hectáreas.

Ella es solo una de las 1.665 mujeres que han sido formadas en técnicas de conservación, tanto para restaurar y preservar su hogar ancestral, como para ser un sostén económico para sus familias.

Colaborando, las comunidades de La Mojana han restaurado alrededor de tres kilómetros cuadrados de humedales. Fotos: PNUD Colombia / Andrés Estefan

"Me enseñaron tantas cosas que nosotras no sabíamos. Ahora ya tenemos un conocimiento sólido que podemos impartir a otras mujeres. Es maravilloso porque ya hemos dado un salto. Como mujeres, hemos llevado sustento a nuestros hogares y a nuestros niños, que a veces es difícil encontrar empleo. Con esto solventamos la situación de nuestros hogares”, explica Katia Herrera Baleño. 

El proceso de plantar árboles como la palma americana, el laurel y el pimiento está empezando a recuperar terrenos degradados. Foto: PNUD Colombia / Andrés Estefan

Las constantes inundaciones, seguidas de temporadas estivales cada vez más largas, también han afectado a la calidad del agua potable de la región. La recolección de agua de lluvia ha supuesto una enorme diferencia para la comunidad de Ventanilla, sobre todo durante los meses de verano. La solución ha sido relativamente sencilla: capturar el agua de lluvia que cae en los diluvios y almacenarla hasta que se necesite, especialmente porque el agua superficial empieza a evaporarse durante los meses de verano. 

“Los depósitos de agua de lluvia han marcado una diferencia absoluta con respecto a las fuentes de agua que solíamos beber. Almacenamos el agua para beberla durante los meses de verano. Utilizamos el agua del grifo, de mala calidad, para otros usos domésticos. Los depósitos de agua nos proporcionan agua durante cinco meses en toda la temporada de verano. Ha sido magnífico que el proyecto haya llegado a La Mojana y en particular a la comunidad de Ventanilla y sus alrededores”, afirma Amado Enrique Torrente Vega, residente de Ventanilla. 

La recolección de agua de lluvia y su almacenamiento para su uso, especialmente durante los meses de verano, ha tenido un impacto enorme en la calidad de vida de las comunidades de La Mojana. Fotos: PNUD Colombia / Andrés Estefan

El proyecto, respaldado por el Fondo Verde para el Clima, es un claro ejemplo de cómo debe ser una adaptación transformadora, sostenible e innovadora. Valoriza los conocimientos y las tradiciones locales, al mismo tiempo que se centra en atender las necesidades de las comunidades, tales como la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia, a medida que se vuelven más vulnerables al cambio climático.

Se trata de una verdadera historia de transformación desde una perspectiva comunitaria e institucional. Ha construido una economía verde en La Mojana, con más de 1.000 personas empleadas en trabajos verdes, que a la vez están restaurando su propio ecosistema. Se ha convertido en un ejemplo de política pública, tal y como lo demuestra el compromiso de financiamiento nacional que se extenderá más allá del cierre del proyecto. Y, más fundamental aún, ha influido en las políticas nacionales y comunitarias.

El Gobierno le ha destinado fondos públicos a través del impuesto nacional sobre el carbono. Los municipios han invertido sus propios presupuestos, superando la cofinanciación que se había comprometido inicialmente. Los gobiernos locales han orientado sus propias inversiones basándose en los informes climáticos elaborados a través de los proyectos del Fondo de Adaptación y el Fondo Verde para el Clima.

El delta interior de La Mojana abarca 500.000 hectáreas fértiles en una red de ríos y humedales que sustentan parte de la biodiversidad más rica del mundo. Fotos: PNUD Colombia / Andrés Estefan

“Nuestro trabajo ha marcado un cambio de paradigma en la forma de abordar el trabajo ambiental en La Mojana. Colombia ha transitado de un enfoque centrado en obras de infraestructura dura para contener las aguas a la implementación de un modelo integral de soluciones basadas en la naturaleza que fortalece la resiliencia climática a través de infraestructura verde liderado por las comunidades”, finaliza Jimena Puyana, gerente de medio ambiente y desarrollo sostenible del PNUD en Colombia.

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Junio, 2024