Recargar acuíferos hoy para afrontar la sequía de mañana
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Conservación de las fuentes de agua / El fenómeno de la sequía
Expertos reclaman que se regule la recarga artificial de agua subterránea cuando hay superávit de lluvias para enfrentar los periodos de sequía
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Los temporales de los últimos meses ha contribuido a elevar las reservas de los embalses. Tanto es así, que ha sido necesario desembalsar en previsión de la llegada de nuevos frentes o del inicio del deshielo con la fluctuación primaveral de las temperaturas. Sin duda, puede resultar paradójico y llamativo asistir a desembalses de agua o a las inundaciones que estos días vemosen la cuenca del Ebrocuando aún en zonas de España hay que hablar de sequía. Y sin tener certezas de cómo va a comportarse el resto de la primavera ni de cuándo volveremos a vivir de nuevo una entrada de grandes temporales atlánticos como la de este invierno, que no se producía desde 2010.
La solución para algunos es proyectar y construir nuevas presas, aunque hay que tener en cuenta que España es el país de Europa y el quinto del mundo con mayor número de embalses, y el primero a nivel mundial en cuanto a embalses por millón de habitantes, explica Julio Barea, responsable de la campaña de agua de Greenpeace. «En nuestros ríos no cabe ya ni un embalse ni un recrecimiento más sin provocar un impacto ambiental brutal», dice rotundo.
Según el Inventario de presas y embalses, en la actualidad el número de grandes presas supera las 1.200. Su capacidad total aproximada es de 56.000 hectómetros cúbicos y la longitud de sus orillas es, en conjunto, cinco veces más grande que la de la costa española, según datos del Instituto Geográfico Nacional. De éstas, unas 450 son anteriores a 1960 y más de 100 ya existían en el año 1915. Lo cierto es que, si no existieran las presas, la regulación natural de los ríos españoles sería menor del 10%, mientras que con estos 1.200 embalses se alcanza el 57%.
La solución podría pasar por almacenar agua también en el subsuelo. «Los acuíferos de nuestro país pueden almacenar hasta 5 o 6 veces más agua de la que hay en superficie -dice Barea-, pero en lugar de usarlos como lo que son, reservas estratégicas de agua para el futuro, en España los hemos sobreexplotado y contaminado».
En este sentido, recientemente expertos hidrogeólogos se reunieron en Madrid para reivindicar una regulación eficiente de las aguas subterráneas, su explotación y que se regule también la recarga inducida de acuíferos. Y es que en nuestro país su recarga «sólo se fía a mecanismos de restauración natural», explica Fernando López Vera, presidente de Fundación Fomento y Gestión del Agua.
Pero la recarga de acuíferos puede ser también inducida o artificial, y puede hacerse de manera superficial o profunda. En el primero de los casos se trata de generar las condiciones para que se aproveche el agua de lluvia o toda la escorrentía superficial, por ejemplo, derivando el agua de otra fuente en superficie (río, depuradora, captura de tormentas…) para que se infiltre e incrementar así la recuperación del acuífero.
Recarga profunda en Madrid
Y también está la recarga profunda, que consiste en coger el agua de una fuente superficial en los momentos que hay excedentes o superávit e inyectarla en profundidad, directamente al acuífero, como si de una hucha se tratara, para su extracción cuando sea preciso mediante pozos o sondeos.
El Canal de Isabel II, en Madrid, que abastece a 6,5 millones de personas, tiene una estación experimental que utiliza recarga profunda, con tres pozos piloto duales que sirven para recargar el gran acuífero de Madrid, un gigantesco depósito natural de 130 km de longitud por 40 km de ancho. El volumen total recargado en estas pruebas ha sido solo de 1,8 hectómetros cúbicos, pero Belén Benito, directora de Operaciones, explica que el 60% de los 80 pozos que gestionan son susceptibles de ser utilizados en recarga y que servirían para hacer frente a los periodos de sequía o escasez.
En nuestro país hay una veintena de dispositivos de recarga artificial, aunque experimentales o de escasa magnitud. «El volumen de agua recargada de modo artificial es unas 10 veces inferior al de otros países centroeuropeos», apunta Enrique Fernández Escalante, especialista en Tragsa I+D+i, grupo que ha llevado a cabo algunos de estos proyectos, como el de la recuperación del acuífero de los Arenales (Castilla y León) y el del Acuífero 23, en la Mancha húmeda.
«Sabiendo que tenemos un país con dos terceras partes en riesgo de desertificación y que las sequías van a ser cada vez más frecuentes, más intensas y de carácter plurianual, la recarga de acuíferos es un recurso de amortiguación fundamental para la resiliencia frente a otras sequías», apunta Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua, siempre que esté bien regulada y controlada, matiza el experto, porque «no podemos correr el riesgo de que para solucionar un problema de cantidad, se genere uno de calidad».
Pacto Nacional del Agua
En este sentido, los expertos reclaman una regulación del almacenamiento de agua subterránea y su recarga artificialcuando las condiciones lo permitan, en la que se incluya evaluación de riesgos y mecanismos de control para garantizar la salud humana y el medio ambiente. Además, consideran necesario que en las propuestas de revisión del Pacto Nacional del Agua, se contemple la regulación de los acuíferos como un instrumento prioritario en la utilización del agua subterránea a fin de constituir un elemento central de garantía de suministro.
Berlín y otras ciudades europeas ya se abastecen así
En muchos países de nuestro entorno la recarga artificial de acuíferos es una pieza de la gestión integral del agua. Ciudades como Berlín o Düsseldorf se abastecen en buena parte con aguas obtenidas a partir de técnicas de recarga de acuíferos. Alemania y Holanda son los países europeos donde con mayor frecuencia se emplea la técnica, pero también se usa en Austria, Suiza, Finlandia, Suecia o Francia, y en Estados Unidos, siendo el caso más conocido el de California, explica José Manuel Murillo, jefe del área de Hidrogeología General y Calidad del Agua del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).
FUENTE:
POR ARACELI ACOSTA
ABRIL 2018