Coriolis en el lago de Garda

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

Lagos y Lagunas

Sobre la superficie de los lagos de montaña largos y estrechos soplan ordinariamente vientos que ponen en movimiento las masas de agua. En un planeta que rota eso tiene consecuencias.

El lago de Garda [@UniTrento ©GiovanniCavulli].

Los lagos viven de la circulación de sus aguas. Gracias a ella, las de su superficie, cargadas de oxígeno, llegan a las capas profundas, y al mismo tiempo ascienden desde estas a la superficie aguas ricas en nutrientes. Si se suspende esa mezcla, un lago sufrirá las consecuencias: en sus profundidades se formarán zonas muertas donde los organismos ya no podrán sobrevivir y la superficie será más pobre en nutrientes.

En los lagos centroeuropeos ayudan también los fríos inviernos, cuando las capas superiores se enfrían intensamente: pueden entonces ascender aguas profundas, en sí frías, pero en esas circunstancias más parecidas a las superficiales. Si el lago ocupa un valle alargado, además intervienen los vientos: enfrían la superficie y ponen también a las masas de agua en movimiento.

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(a) Batimetría del lago de Garda y topografía de la región circundante, con la ubicación del lago de Garda en el norte de Italia (recuadro), el transecto de referencia con las estaciones de monitoreo (vista de acercamiento) y la meteorológica (M1 y M2) y Estaciones de monitoreo ARPAV (L) utilizadas en el análisis (triángulos negros y cuadrados, respectivamente). Perfiles verticales de temperatura (b) y conductividad a 20 ° C (c) medidos en la estación L por ARPAV entre marzo y abril de 2017 utilizando un perfilador SEACAT SBE-19plus.

En el alargado y estrecho lago de Garda, del norte de Italia, al pie de los Alpes, parece que actúa un efecto adicional, según cuentan Sebastiano Piccolroaz, de la Universidad de Utrecht, y sus colaboradores: la rotación de la Tierra afecta a las corrientes puestas en movimiento por los vientos, lo que intensifica la mezcla de las aguas, tal y como escriben en Scientific Reports.

O, al menos, eso es lo que indican las mediciones de la temperatura y la clorofila que el equipo realizó entre 2017 y 2019 en tres puntos a diferentes profundidades. Las simulaciones por ordenador basadas en esos datos llevan a concluir que existe una corriente circular, hasta ahora desconocida, que está orientada perpendicularmente a la dirección del viento. Es el tipo de movimiento que el efecto Coriolis puede crear también en las masas de agua: sucede cuando algo que está sobre un cuerpo rotativo se mueve de modo que cambie su distancia al eje de giro.

El efecto Coriolis afecta a las masas de agua que el viento empuja hacia el sur en el lago de Garda, y contribuye así a la ventilación en profundidad del lago. Sobre el papel, los expertos habían ya predicho el fenómeno, que se ha observado y analizado en lagos grandes y mares, para lagos estrechos, alargados, pero, explica el grupo de investigadores, hasta ahora no se había observado en ninguno de este tipo.

Fuente:

Robert Gast

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Junio, 2019

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