Jessica Pisconte: la guardiana del bosque que investiga el mercurio en las aves de Tambopata
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Reservas Naturales
Imagen principal: Jessica Pisconte navegando en Tambopata. Foto: Archivo personal.
Bióloga de profesión y guardaparque en la Reserva Nacional Tambopata, ahora realiza una investigación en la avifauna de esa zona protegida.
En una zona reservada donde trabajan unas 35 personas, es una de las cinco mujeres que dedican su vida a la conservación.
Para Jessica Pisconte el interés por trabajar en las áreas naturales protegidas empezó cuando estudiaba biología en la universidad San Luis Gonzaga de Ica, en el sur de Perú. Quería conocer cada lugar del país que debía proteger como científica y por ello se fue involucrando en proyectos que se desarrollaban en las zonas reservadas del Perú.
Así llegó a la Reserva Nacional de Paracas, en Ica; a la Reserva Nacional de Pampa Galeras-Bárbara d’Achille, en Ayacucho; y al Parque Nacional Huascarán, en Áncash. “Quería conocer bien el Perú y trabajar en áreas de la costa, los Andes y la Amazonía”, comenta sobre sus periplos por las zonas protegidas del país.
La bióloga y guardaparque Jessica Pisconte se ha dedicado a la investigación de las aves. Foto: Archivo personal.
En el año 2016 llegó a la Reserva Nacional Tambopata, como guardaparque oficial del Servicio Nacional de Áreas protegidas por el Estado (Sernanp), y desde entonces recorre esa parte de la Amazonía peruana para trabajar por la conservación.
En conversación con Mongabay Latam habla de lo importante que ha sido vigilar esta zona protegida y de cómo surgió su proyecto de investigación para evaluar la presencia de mercurio en aves.
¿Cómo una bióloga se convierte en guardaparque?
Empecé a trabajar en las áreas naturales protegidas hace ocho años, cuando estaba en la universidad y participaba en investigaciones que se realizaban en zonas reservadas. Siempre he considerado que ser guardaparque es una buena oportunidad para trabajar con personas dedicadas directamente a la conservación. Antes de llegar a Tambopata, había trabajado en áreas de la costa y de los Andes, y me faltaba la Amazonía. Tambopata era un lugar que siempre había estado en mi mente. Es increíble en biodiversidad y excelente para la investigación.
Jessica Pisconte ingresó como guardaparque a la Reserva Nacional Tambopata en el año 2016. Foto: Rhett A. Butler
¿Tenías experiencia como guardaparque?
He sido guardaparque voluntaria en Paracas y en la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras. He sido asistente de investigación en Pampa Galeras. El Perú tiene 77 áreas protegidas y a mí me interesaba conocer un poco de cada lugar para tener una visión más amplia de lo que estamos protegiendo.
¿Cómo es tu trabajo como guardaparque en Tambopata?
En Tambopata hay zonas para el aprovechamiento de recursos y otras donde se realiza el turismo. Pero también existen lugares donde se ha instalado la minería ilegal. A mí me han asignado al sector turístico. Ahí nos encargamos de que los visitantes respeten las normas dentro de la reserva y, además, hacemos trabajos de educación ambiental con los turistas, los guías y los comuneros, porque cerca de mi sector hay una comunidad nativa a quienes les damos charlas.
¿Y cómo es el trabajo en la zona de minería ilegal?
En esa zona no he trabajado porque es un poco peligrosa. Los guardaparques que están asignados a ese sector trabajan con la Marina de Guerra del Perú para elaborar sus estrategias con el fin de sacar las dragas y balsas que generan contaminación y pérdida de bosque. Mis compañeros tienen una gran labor y el apoyo de quienes no estamos en la zona. El trabajo es complicado y muy agotador, tienen que viajar por río y luego caminar largas distancias. Es importante que se reconozca ese esfuerzo porque están lejos de casa y en una zona complicada.
Jessica Pisconte en sus recorridos en busca de aves para sus investigaciones. Foto: Archivo personal.
¿Es riesgoso ser guardaparque?
Existen sus riesgos. El bote se puede voltear, se pueden presentar enfrentamientos, pero felizmente contamos con el apoyo de la Marina. Creo que en todas las áreas protegidas hay cierto riesgo porque te puedes enfermar o te puede picar un animal, pero a pesar de ello estamos aquí, luchando.
De la minería ilegal al estudio de las aves
¿Cómo combinas tu carrera de bióloga con tu trabajo de guardaparque?
Me especialicé en ornitología, en el trabajo con aves, y siempre he tratado de desarrollar investigaciones en mi especialidad. Fue así como surgió aquí la posibilidad de hacer un nuevo estudio y postulé a la Beca de Investigación Franzen, del programa Observatorio de Aves Los Amigos, de Conservación Amazónica (ACCA). Como guardaparque mi colaboración se centra en mi trabajo en el campo para la conservación, pero como bióloga quiero aportar con mis investigaciones en aves.
La bióloga ha sido voluntaria en varias áreas naturales protegidas del Perú. Foto: Archivo personal.
¿Qué investigaciones previas has realizado?
Cuando fui voluntaria en Paracas estudié la mortandad de las aves y también hacíamos monitoreo para ver la población de aves migratorias. Para mi tesis trabajé con el guanay. Estuve tres años, por temporadas de tres meses, en el Parque Nacional Huascarán apoyando a un biólogo en los bosques de polylepis para evaluar las aves de esos ecosistemas. También estuve en el Bosque de Protección de Alto Mayo, entre Amazonas y San Martín, en una investigación sobre aves en bosque nublado.
¿Cómo surge esta investigación?
La propuesta surgió con base en mi experiencia y charlas a las que he asistido. Esto ha sido una motivación para buscar una herramienta que permita conocer cómo está ocurriendo la contaminación en los bosques. Sabemos que los cuerpos de agua están contaminados por estudios que se han hecho, pero no sabemos si los bosques están sanos. Eso es lo que vamos a evaluar.
¿A través de las aves?
Si, a través de las aves. El trabajo consiste en capturar aves y trabajar con sus plumas y con muestras de sangre para ver los niveles de mercurio en ellas. Posteriormente me gustaría averiguar cuáles son los efectos de este metal en ellas.
Una vista aérea de cómo afecta la minería ilegal a la Reserva Nacional Tambopata. Foto: Yvette Sierra Praeli.
¿Por qué mercurio?
Para contribuir de alguna forma dentro de la problemática de la reserva Tambopata que es la minería ilegal. Me interesa brindar una herramienta que permita tomar medidas para asegurar la continuidad de las especies.
¿Ya iniciaron la investigación?
Hemos empezado en uno de los puestos de control de la reserva. Estamos en un bosque primario que es la zona de control. Hacemos capturas de aves durante tres días consecutivos y tomamos muestras biológicas. Esperamos que en esta zona los niveles de mercurio no sean relevantes, debido a que son bosques bien conservados donde no hay actividad humana. Luego iremos a la concesión Los Amigos, un lugar que hace unos años estaba impactado por la minería, pero ahora con el trabajo de ACCA ha cambiado. Ahí repetiremos la misma metodología para saber cómo están las aves en el río del mismo nombre. Y, posteriormente, lo haremos en una zona alta de la reserva, en el río Malinowski, que es un lugar muy afectado por la actividad minera. Estoy recibiendo bastante apoyo de los guardaparques, en jornadas larguísimas primero por río y luego caminando en el bosque. Estoy muy agradecida con ellos por todo este trabajo.
Una colpa de guacamayos, aves que habitan la Reserva Nacional Tambopata. Foto: Liz Villanueva.
¿Qué especies de aves van a capturar para la muestra?
Estamos tratando de capturar aves de diferentes niveles alimenticios y de diferentes estratos. Eso nos permitirá saber cuáles son los grupos más impactados. También tomaremos sus datos biométricos, las mediremos, pesaremos y veremos sexo y edad hasta donde sea posible. Es importante porque en las zonas contaminadas las madres liberan el mercurio de su cuerpo durante la etapa de reproducción.
¿Es la primera vez que se hace estudio de este tipo?
En aves sí. Hay estudios en peces, en agua, en suelos, en sedimentos. Hay uno que hicieron en Los Amigos con aves, pero solo con rapaces, que es el nivel más alto de la cadena trófica.
Las mujeres como guardianas del bosque
¿Qué ha significado para ti ser guardaparque en la Reserva Nacional de Tambopata?
Ha sido gratificante. Aportar un granito más al tema de la conservación, la protección y la difusión. Es gratificante poder dar charlas y conocer lo que estamos protegiendo.
Jessica Pisconte en pleno trabajo de vigilancia en la Reserva Nacional Tambopata. Foto: Archivo personal.
¿Qué es lo que más te gusta de Tambopata?
Que puedes estar en paz, tranquila, que llega la noche y no te pasa nada.
¿Hay muchas mujeres guardaparques?
En Tambopata somos alrededor de 35 guardaparques y solo cinco mujeres, los demás son hombres.
¿Es difícil para una mujer ser guardaparque?
Sí, un poco difícil. Creo que en el Perú aún existe el machismo. Pero a las cinco nos gusta estar en campo y hemos aprendido a manejar las embarcaciones. Incluso, tres de nosotras hemos sido coordinadoras en los puestos de control. Es una muy buena experiencia porque debemos coordinar con la jefatura de la reserva. Es una actividad complicada por el manejo de la logística.
Jessica Pisconte acaba de iniciar una investigación sobre los niveles de mercurio en las aves de Tambopata. Foto: Archivo personal.
¿Qué le recomendarías a alguien que quiera serlo
Si quieren proteger un área deben seguir adelante.
¿Consideras que biólogos y otros profesionales también deberían ser guardaparques en algún momento?
Claro, es importante conocer qué estamos estudiando, pero verlo desde adentro. Yo he aprendido mucho de mis compañeros guardaparques, desde caminar en el bosque y cómo cuidarme. Valoro mucho el tiempo que se han tomado en enseñarme esas cosas.
Fuente:
Yvette Sierra Praeli
Julio, 2019