Mega presas: 'Tecnologías obsoletas' que siembran el pánico
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Infraestructura Hídrica
Temacapulín, uno de los tres pueblos programados para ir bajo las aguas del Río Verde con la finalización de la presa El Zapotillo. Foto: Tracy L. Barnett
Las presas son una tecnología que, por sus elevados costos que sobrepasan los beneficios, se ha desmantelado en los países desarrollados hace décadas. A pesar de ello, persiste una fiebre por construir estos mega proyectos, sobre todo en países en vías de desarrollo. Se encuentran en construcción o en etapa de planeación un estimado de 3 mil 700 embalses. América Latina es el punto detonante de muchas de estas construcciones, con cerca de 400 registradas en la región amazónica solamente. Las ciudades crecen sin control y necesitan energía y agua. Las presas pueden proporcionar ambos recursos.
Las mega presas han fragmentado y transformado al 60% de los ríos del planeta y ocasionado que el agua, la vida, ya no fluya. En el año 2000, según la Comisión Mundial de Represas, existían en el mundo 47,000 grandes presas construidas; es decir, más de la mitad de los ríos del planeta se encontraban represados, provocando el desplazamiento de 80 millones de personas. En México, según el 2012 Informe Presas, Derechos de los Pueblos e Impunidad, se han construido más de 4,200 proyectos de presas, provocando el desplazamiento y desalojo forzoso de más de 185 mil personas de todo el país.
A pesar de ello, los críticos alertan que los costos de este tipo de infraestructura sobrepasan —y por mucho— los beneficios, especialmente en la era del cambio climático, en la que suceden sequías sin precedentes para luego dar pie a aguaceros torrenciales, lo que las hace más vulnerables.
Además, existen costos ocultos, tales como la destrucción de sistemas biológicos enteros, la generación de gases de efecto invernadero, la pérdida de estilos y calidad de vida; así como la devastación de comunidades humanas que es necesario tomar en cuenta, por lo que se ha armado un caso lo suficientemente sustentado para argumentar que esta forma “verde” de tecnología es todo menos ecológica.
Un proyecto emblemático, en este caso, es el sistema El Zapotillo en el Centro-Occidente de México, (que incluye, además de la presa del mismo nombre, un acueducto desde ahí a la ciudad de León, Guanajuato y la presa El Purgatorio-Arcediano, para Guadalajara, Jalisco) que daría agua a las ciudades de León y Guadalajara.
María González Valencia, protectora del agua y activista del IMDEC (Instituto Mexicano para el Desarrollo de la Comunidad). Foto: Tracy L. Barnett)
María González Valencia, activista y defensora del agua del Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario A. C. (IMDEC) y previamente del MAPDER (Movimiento de Afectados de las Presas y en Defensa de los Ríos, ha trabajado lo suficiente en estas problemáticas en las que ha sido testigo de que las presas no son una opción viable, dados los grandes costos económicos, sociales y ambientales que generan.
“Tenemos que luchar contra una tecnología obsoleta que en otros lados ni siquiera se contempla como opción; al contrario, hay países de la Unión Europea o los Estados Unidos donde ya no los construyen. Y las que existen ya están en proceso de desmantelamiento y restauración de los ríos”, sostiene la líder comunitaria que defiende la comunidad de Temacapulín, en Los Altos de Jalisco, del peligro que representa la presa.
González cita el informe seminal del 2000 de la Comision Mundial de Represas, (CMR) y otros documentos que condenan la fiebre de contrucción de presas por toda América Latina.
“En América Latina y México, específicamente, esto continúa siendo una alternativa inviable desde el punto de vista del manejo integral del agua, ya que se involucran enormes proyectos de ingeniería y construcciones hidráulicas sin considerar el impacto social o ambiental. Además, en términos económicos, tampoco suponen una alternativa, ya que al paso del tiempo, estos proyectos tienden a subir su costo al doble o el triple”. El documento de la CMR precisa que “en demasiados casos se ha pagado un precio inaceptable y hasta innecesario por conseguir estos beneficios [relacionados con las presas], especialmente en términos sociales y ambientales, por las personas desplazadas, por las comunidades aguas abajo, por los contribuyentes y por el entorno natural”.
Este ha sido el caso con El Zapotillo, dice González. “Después de 14 años de lucha contra la presa El Zapotillo, lo que ha quedado más que comprobado es que económicamente es una alternativa costosa que ha implicado procesos de corrupción escandalosos”, afirma.
Los residentes de Temacapulín, Acasico y Palmarejo han luchado para salvar sus ciudades de un mega presa durante más de una década, llevando a la gente trabajadora normalmente pacífica a medidas extremas. Foto: Marco Von Borstel, Ríos Internacionales
La periodista Sonia Serrano precisa en una nota de 2018 que el caso del acueducto que va de El Zapotillo a León tiene a las autoridades que respaldan el proyecto en problemas legales. “Primero, [por] la corrupción en torno a la contratación de la empresa constructora española Abengoa y el depósito de dinero de los trabajadores del estado para tratar de salvarla de su crisis económica no fueron suficientes para que la empresa tuviera la fuerza para colocar al menos un tubo”. Alrededor de $604 millones de pesos, o USD $ 31.5 millones, fueron tomados del fondo de pensiones de los trabajadores estatales como un rescate fallido del proyecto.
Además de Abengoa, otros dos contratistas se fueron con $ 1.4 mil millones adicionales (USD $ 72 millones), según Agustín del Castillo de Milenio
Los defensores de la presa El Zapotillo argumentan que dado que la presa está terminada en un 87 por ciento, debe completarse y ponerse en servicio. Sin embargo González señala que todo el sistema necesario para que la presa esté operativa está a menos de la mitad. Foto: International Rivers
Los gobiernos de Jalisco y Guanajuato sostienen que la presa El Zapotillo ya está, y que debe utilizarse, a lo que María González contraargumenta que el sistema tiene un avance del 40 por ciento: la presa está en un 87%; el acueducto casi 5 por ciento y la presa derivadora El Purgatorio-Arcediano tiene 30 por ciento de adelanto después de 15 años.
Para González es inaceptable que se haya incrementado un 350 por ciento el costo del proyecto después de este periodo sin siquiera haber llegado a la mitad, ya que al principio, en 2006, tenía un costo original de 7 mil MDP, hasta un costo actual de 35 mil MDP. De llegar a concluirse este sistema hídrico costaría 71 mil MDP.
El gobernador del occidental estado de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, que antes de ser electo expresó estar en contra, ahora apoya la contrucción del mega proyecto, y cuestiona la oposición generada desde Temacapulín.
“Va a haber alguna voz que quiera que no pase [la construcción de la presa El Zapotillo]. Lo ha habido durante 40 años, ¿qué intereses hay detrás de la idea de que no pase nada con el tema del agua? Eso es justo lo que debemos tener presente”, ha dicho Alfaro Ramírez en julio de este año.
Sin embargo, para la activista por el agua y el manejo integral del recurso, no es así. “Es un proyecto que va a durar construyéndose 16 años, de los cuales lleva 14. La vida útil de una presa es de 25 a 30 años; es decir, en cualquier lógica de viabilidad económica, ¿cómo puedes apostar a un proyecto que va a durar construyéndose casi la mitad de su vida útil?: ¿a qué costos, con qué impactos?”, cuestiona González.
Basílica de la Virgen de los Remedios, la icónica iglesia colonial en el corazón de Temacapulín. Foto: Tracy L. Barnett
La construcción de presas viola derechos
La edificación de estos megaproyectos es una alternativa que viola derechos fundamentales de las personas y de la naturaleza, tal como ha documentado María González y el IMDEC.
“Hasta el momento, llevamos la cuenta de 20 derechos violados, como el derecho a la información, el derecho a la consulta, el derecho a la participación; es decir, los tres derechos fundamentales previos en cualquier proyecto de infraestructura, como El Zapotillo.”
Pero hay otro tipo de derechos que han sido violados y que son graves, tales como el desplazamiento forzoso, que ya se dio en la comunidad de Palmarejo.
“Estas personas (de Palmarejo), si tomaron la decisión de reubicarse o vender, fue una decisión bajo amenazas y bajo presión. El gobierno y las empresas no hicieron una consulta, no hubo información adecuada y no hubo procesos de participación. Entonces, orillaron a las personas, a través de estrategias de hostigamiento y amenazas, al desplazamiento”. Este caso está documentado en la recomendación 50-2018 de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ).
Dicha recomendación fue declarada contra las autoridades de Jalisco “por las violaciones de los derechos a la legalidad y a la seguridad jurídica, a la propiedad, a la vivienda, a la conservación del ambiente, al patrimonio común de la humanidad, al desarrollo y a la salud, originados por la pretensión de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y autoridades estatales de Jalisco y Guanajuato de inundar las comunidades de Temacapulín, Acasico y Palmarejo”.
Marta Leticia Álvarez Reyes, ex residente de Palmarejo, sostiene que el gobierno obligó a su familia a abandonar su pueblo. “Comenzaron con amenazas, obligándonos a negociar con Conagua (la Comisión Nacional del Agua), porque si no íbamos a negociar, no nos iban a pagar, e iban a expropiar”. Foto: Tracy L. Barnett
Para la activista, hay otros derechos que ya están afectados, como “el de acceso a un medio ambiente sano. Aunque este proyecto está detenido, tiene un porcentaje de avance, y ya hay una devastación ambiental evidente”, sentenció.
Las mega presas son vulnerables al cambio climático
Monti Aguirre, coordinadora para América Latina de International Rivers, ha segido el caso de la presa El Zapotillo desde el principio. Sostiene que es lo que ha estado sucediendo en todo el mundo, por lo que le preocupa que, con la consigna de actuar de prisa para responder al cambio climático, los gobiernos y la banca de desarrollo llegue a “falsas soluciones” acerca de los embalses, a veces con resultados catatróficos.
Monti Aguirre/International Rivers
“Algo que tiene que cambiar es la falsa concepción de que las presas son limpias”, dice. Primero, eliminan sumideros naturales de carbono, que son los bosques, ya que quedan bajo el agua y emiten cantidades significativas de metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes. Luego, también hay severos impactos en la biodiversidad y la calidad del agua por toda la cuenca.
“Otra cosa de las presas hidroeléctricas es que son muy vulnerables al cambio climático; pierden capacidad de generación de energía debido a las sequías. Puedes ver reservas donde el nivel es cada vez más bajo.”
Uno de los ejemplos más drásticos es la presa Guri en Venezuela, que provee más del 60 por ciento de la energía al país sudamericano. La reserva ha perdido el 79 por ciento de su nivel del agua debido a una inmensa sequía que ha creado una crisis energética en la entidad.
Por otro lado, las lluvias extremas, que vienen año con año más fuertes, se suma a las procupaciones por el estado de las presas.
“Se trata de una tecnología que no ha tenido avances significativos en décadas, y no da soluciones al cambio climático”, dijo. “Esta es solo una de las razones por las que consideramos que es una tecnología del pasado.”
La Presa Guri en Venezuela, la fuente de más del 60 por ciento de la electricidad del país. El embalse ha perdido el 79% de su nivel de agua debido a una sequía extrema, creando una crisis energética nacional. Foto/Redes sociales
Río Verde Libre: Existen otras alternativas a la Presa El Zapotillo
Las comunidades de Temacapulìn, Acasico y Palmarejo por años han resistido al megaproyecto y propuesto alternativas para el abastecimento del agua, que no impliquen la inundación y desaparición de su territorio.
Para la activista María González “la lucha de estos pueblos campesinos en Jalisco contra el proyecto El Zapotillo, es una lucha por la vida; su demanda central es la Revolución del Agua, es decir, transitar hacia un nuevo paradigma de manejo y gestión del agua, un nuevo modelo en donde sea considerada como el sustento de la vida y las culturas por encima de una oportunidad de negocio; que respete y garantice los derechos humanos a la salud, alimentación, al agua, a la vida, a la libre determinación de los pueblos y los derechos de la naturaleza sobre los derechos del capital.”
Lo que pide Temacapulín con su “Revolución del Agua” es la democratización de un sector que ha estado plagado de corrupción y abuso de poder desde que la tecnología comenzó a proliferar en toda la región en la década de 1950. Piden a sus líderes que implementen una política integrada de gestión de recursos hídricos, que tenga en cuenta las necesidades del medio ambiente y de todas las partes afectadas, no solo las industrias y las poblaciones metropolitanas. Y están pidiendo a sus compatriotas que regresen a sus raíces, que regresen a sus aldeas y revitalicen la economía rural.
“La propuesta es que hay agua para todos, agua para siempre, agua que respeta el ciclo hidrológico, que respeta la naturaleza y los derechos de las personas y que estas políticas se construyen desde abajo, desde las comunidades, en las aldeas y en los vecindarios”, dice González. “Que la gente realmente tiene el control del recurso; lo que se ha propuesto es cómo pasar de un modelo obsoleto a un nuevo paradigma, donde la naturaleza está en el centro e involucra a las personas en la toma de decisiones… Porque otra gestión del agua es posible”, concluye, con esperanza.
Un muro en el pueblo de Temacapulín. Foto: Tracy L. Barnett.
Fuente:
Víctor Villalobos
Octubre, 2019