La leyenda de los ríos Limay y Neuquén, desde los mapuches a la ciencia
"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"
Poesía, Ríos y Leyendas
El origen de los afluentes de la confluencia contada en un encuentro entre las tradiciones orales y la mirada de científica.
Cuenta la leyenda que los ríos de la confluencia, el Limay y el Neuquén, fueron dos bravos caciques cuya amistad fue quebrantada por el amor de una doncella. La pasión que ambos sintieron por la misma mujer empezó a distanciarlos hasta convertirlos en enemigos irreconciliables. Los sabios y ancianas del pueblo determinaron que la disputa podría zanjarse en virtud de una prueba que involucraba un viejo anhelo de la muchacha, una caracola en la cual poder escuchar el mar.
Los antiguos amigos iniciaron una carrera desbocada hacia el mar. El viento, mientras tanto, llevó a oídos de la joven la falsa noticia de que ambos habían muerto en el intento. Ella a su vez,murió de pena y se convirtió en una planta de encarnecidos frutos, el michay. Una planta nativa que crece en sus orillas.
A su regreso, ambos jefes tribales se enteraron de la muerte de su amada y simultáneamente de lo inútil de su contienda y enemistad. Así que fundidos en un abrazo eterno dieron origen cada uno de ellos a un río, el que gobernaba en el norte al Neuquén y el que gobernaba en el sur al Limay, hermanados confluyeron en el Río Negro y fluyeron por amor para siempre hacia el mar.
Hasta aquí la historia oral que forma parte de la cosmovisión del pueblo mapuche según la cuál los ríos y los lagos son seres vivientes, nehuenes, es decir, fuerzas vitales y vitalizadoras de la naturaleza con entidad y existencia, aunque propia, interdependiente del resto de la creación.
Disciplinas sociales como la sociología, la antropología y la geografía dialogan y abordan las antiguas creencias como una alternativa más abarcativa para obtener más respuestas acerca de la interrelación entre las comunidades originaras y su relación con el espacio que ocuparon.
Germán Gabriel Pérez, profesor en Geografía de la Universidad Nacional del Comahue, Doctor en Geografía por la Universidad Nacional de La Plata y becario postdoctoral en temas estratégicos del CONICET, contó que “la enseñanza de la geografía históricamente siempre estuvo un tinte más memorístico como el que aprendernos los nombres de las capitales, las provincias”.
“Hoy en día tiene otra característica, no estamos tratando de reproducir un contenido memorístico sino de dar una explicación en esa relación sociedad-naturaleza y en esto las comunidades mapuches tuvieron históricamente una relación mucho más amigable con la naturaleza, que la que podemos tener hoy en día en nuestra sociedad. Ese es un contenido muy importante que se está retomando hoy con mucha fuerza, gracias al empuje de personas que llevan adelante una aproximación al conocimiento de estos pueblos y que tratan de visibilizarlo y llevarlo como contenido a las escuelas. El conocimiento que estas comunidades tienen de la naturaleza particularmente se puede llevar al aula por ejemplo con lo puntos cardinales, Puel, Lafquen, Picún, Huilli, los puntos cardinales que se pueden enseñar”, explicó.
“Esta leyenda sobre el origen de nuestros ríos es algo que apliqué en la escuela para darle otro matiz al entendimiento geográfico desde otro lugar, desde otra cosmovisión para entender esa naturaleza y para entender el valor que esa naturaleza tiene, no solo en el desarrollo de esa sociedad, sino en la historia misma y en la visión de cada pueblo y cada sociedad con los elementos de la naturaleza”, dijo Pérez.
– ¿Qué relación pueden tener las características geografías y el origen de estos ríos con las leyendas?
– Si vamos a las características de los ríos primero hay que pensar en las cuencas que les dan origen a estos dos principales ríos y ahí tenemos diferencias muy grandes primero tenemos la cuenca del Neuquén que tiene unas características de marcada diferencia con el Limay. Esta cuenca está al norte de la provincia, es bastante extensa y presenta una escasa cobertura boscosa y poca presencia de lagos naturales, lo que hace que no tenga una regulación que si tiene el Limay.
Al no tener la regulación de los bosques que absorben el agua de las lluvias o los lagos que también pueden funcionar como contenedoras de esas aguas de lluvia o de escurrimiento de difusión de la nieve hace que este río tenga comportamiento de crecidas muy bruscas y de hecho el significado del nombre mapuche, es impetuoso, arrogante, con fuerza que aplicado al río significa agua que tiene fuerza, este nombre aplica claramente a su comportamiento. En el 2006 cuando se inundó Sauzal Bonito y estuvieron las presas que componen Cerros Colorados al límite de su capacidad y también históricamente generaron crecidas en conjunto con alguna crecida del rio Limay: en el año 1899, el General Roca no pudo llegar para inaugurar esa punta de rieles en Cipolletti por una crecida histórica muy grande.
La cuenca del rio Limay tiene otras características, una zona tiene más precipitaciones, tiene muchos más lagos naturales, presenta superficies boscosas mucho más amplias, esto hace que el río sea más regulado, que no tenga crecidas tan bruscas por lo que es naturalmente más previsible, aun antes de tener el sistema de presas. Ahora si vamos a la leyenda y lo podemos comparar, vemos que son dos amigos que vienen de ámbitos sumamente diferente, Limay de un ámbito de abundancia, más contendor y Neuquén de un ámbito mucho más extremo, uno impredecible y el otro mayormente controlado, esto en las condiciones naturales, luego de la regulación de los ríos esto ha cambiado bastante.
La unión de estos dos ríos fue sumamente fortuita para la agricultura de todo el Alto Valle, principalmente el Río Neuquén que es el que aporta la mayor cantidad de agua al sistema de riego de todo la región a partir del dique Ingeniero Ballester. Esta unión a pesar del dolor por la muerte de su amada ha permitido el desarrollo de esta zona.
– ¿Quéimportancia tuvieron estos ríos para el desarrollo de las comunidades originarias?
– Fue sumamente importante. En primer lugar porque las comunidades originarias, mapuches, tehuelches, tenían una conexión sumamente armoniosa con la naturaleza, un entendimiento más totalizado de lo que podemos tener hoy en día y de lo que la naturaleza le podía aportar a estos pueblos. Si nos referimos a los ríos, durante mucho tiempo las comunidades estuvieron asentadas en la zona cordillerana, porque tenían más recursos en las zonas más boscosas, pero los ríos funcionaban como una referencia porque así pudieron desarrollar travesías más extensas hacia el este en busca de ganado cimarrón -que había mucho- en el siglo XVII y XVIII en la zona pampeana, que se llamaban rastrilladas.
Los ríos presentaban una referencia geográfica muy importante para el traslado de estas comunidades hacia el este que eran regiones más inhóspitas, más secas, con menos recursos disponibles, pero el conocimiento de estas comunidades de la naturaleza era tal que les permitía hacer un trayecto mucho más ameno en el conocimiento de esas naturaleza.
El Profesor Fabián Arias denomina el camino de la subsistencia a estos viajes en busca de ganado, ahí él marca que estos individuos habían desarrollado una auténtica mirada ecosistémica, la cual cada travesía y momento de llegada a distintos lugares estaban pensados para constituir la instancia propicia para cazar o recolectar, para atravesar algún curso de agua en el menor caudal posible, evitar la nieve en las áreas de cordillera y en eso el rio era una referencia marcada.
El Limay principalmente en su confluencia con el Neuquén y el Negro eran una referencia para guiarnos en ese camino de la subsistencia y sus crecidas o variación las conocían a la perfección para poder tener un mejor manejo de ese recorrido y atravesar las aguas de los ríos en mejor forma.
La leyenda y la ciencia se fusionan así en una explicación que integra criterios, ramifica sus respuestas y nos integra a la raíz de nuestro destino como pueblo.
Fuente:
Junio, 2020