Turismo y agua, una relación difícil que debe ser modélica

"Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar"

Ríos y recreación

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Isla Brac/Croacia ©Szabolcs Emich

El turismo es un motor económico esperanzador para muchos países emergentes y uno de los principales elementos de distribución de la riqueza en el mundo. Pero es un gran consumidor de agua y tiene tiene una especial incidencia sobre el medio ambiente. El sector está amenazado directamente por el cambio climático y debe avanzar con una ordenación adecuada hacia un modelo sostenible que sirva de referencia.

El turismo aporta más de 10 % del PIB mundial y genera alrededor de 115 millones de puestos de trabajo. A nivel global es un sector en expansión, con 1.133 millones de llegadas internacionales registradas en 2014 por la Organización Mundial del Turismo (OMT), cuya estimación para 2030 eleva esta cifra a los 1.800 millones.

En la actualidad, el turismo absorbe el 1% del consumo mundial de agua. Es una cantidad que parece de poca monta si la comparamos con la del sector de la agricultura, que utiliza casi el 70% del agua suministrada en el mundo, o el de la industria que alcanza el 19 %; sin embargo, en algunos países emergentes, en los que el turismo es uno de los pilares de su desarrollo, el consumo sobrepasa el 7 %, y en algunas islas como las del Caribe o la Polinesia, el sector turístico es el principal consumidor de agua.

El gasto medio de agua del turista mundial es muy alto. Los datos que provienen de España, potencia turística internacional (11% del PIB y casi el 13% del empleo), lo corroboran: mientras que un ciudadano medio consume 127 litros al día, el gasto por turista oscila entre los 450 y los 800 litros, en función de la estación y de la zona. Estas cifras se calculan considerando el gasto hotelero y restaurador (cocina, lavandería, aseos, piscinas, refrigeración y riego), así como de actividades como el golf, las saunas, los parques temáticos y el gasto municipal en servicios de higiene.

En zonas situadas en el cinturón tropical, este consumo tiende a incrementarse y puede llegar a 2.000 litros al día, y en términos hoteleros hasta 3.423 litros diarios por habitación, según datos de la OMD.

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El turismo supone pues un importante factor de incremento del estrés hídrico en países que ya lo están sufriendo y que son, en general, los que están más amenazados por el cambio climático. “Sol y playa” son términos que se aproximan en muchas ocasiones a “sequía y vulnerabilidad ambiental”. Es una tendencia que el calentamiento global acelerará, poniendo en jaque un factor de crecimiento económico que muchos países en vías de desarrollo precisan para salir de la pobreza.

Según el AR5, el informe sobre el cambio climático elaborado por el Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC) de la ONU, las previsiones apuntan a que muchas zonas, en las que el turismo es un factor económico clave, registrarán un descenso de la pluviosidad durante las próximas décadas. Lloverá menos en todo el Mediterráneo, norte de África, Oriente Medio, Centroamérica y los extremos norte y sur de Sudamérica, sur de África, sur de Indonesia, Australia y buena parte de la Polinesia. En muchos de los países del cinturón tropical y subtropical, el riesgo de fenómenos extremos como inundaciones y ciclones también será un factor al alza, como ya está ocurriendo.

Pero el cambio climático también amenaza con hacer desaparecer literalmente muchos destinos por la subida del nivel del mar a causa del deshielo polar. Según el AR5, el aumento del nivel medio del mar continuará durante el siglo XXI, muy probablemente a un ritmo más rápido que el observado entre 1971 y 2010, y estará entre los 0,26 a 0,55 metros, algo que pude ser fatal para algunas islas polinésicas que prácticamente pueden desaparecer. El aumento del nivel del mar incide también directamente en la inundación de humedales y la contaminación de acuíferos, afectando al suministro de agua potable y provocando la pérdida de hábitat para muchas especies de flora y fauna.

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Esto afecta directamente a muchos destinos turísticos actuales y es una cortapisa importante para el desarrollo del sector en estas zonas. El sector turístico moderno es consciente de esta realidad y avanza hacia soluciones que tengan en cuenta una ordenación adecuada de la población viajera, algo que es imprescindible en países, como España, en los que el turismo está ya ampliamente desarrollado, y también en los emergentes que lo contemplan como un factor de crecimiento.

Como explicó en este vídeo Miguel Ángel García, director del área de Patrimonio y Expansión de Iberdrola Inmobiliaria, durante el debate Smart Water, Smart Cities organizado por la Fundación We Are Water en el salón iWater de Barcelona, “el agua es uno de los recursos que son claves tanto en la definición de infraestructuras como de tratamiento paisajístico".

Como afirma García el sector evoluciona hacia soluciones sostenibles que son cada vez más solicitadas por parte de los clientes. Es la clave para evolucionar, y algunos destinos se están constituyendo como auténticos modelos de eficacia hídrica y energética, y de respeto al medio ambiente, e incluso pueden ayudar a regenerarlo. Reutilización del agua con energías renovables, recuperación de la flora con especies autóctonas y reciclaje de residuos son los pilares del diseño de los resort turísticos modernos que nos muestran un modelo de sostenibilidad aplicable a cualquier tipo de urbanización.

El agua es uno de los ejes de trabajo fundamentales en cualquier política de expansión turística, como explica Xavier Torras, director de la Fundación We Are Water en este vídeo:

En efecto, sensibilizar sobre la percepción del gasto por parte de los clientes es fundamental, pero los elevados consumos pueden estar asociados también a procedimientos ineficientes. Es lo que ha ocurrido en España y en muchos países mediterráneos las últimas décadas: zonas de antigua tradición turística mal planificadas y construidas sin conciencia del gasto de agua y de la gestión de los residuos. En estos lugares es preciso avanzar hacia una oferta turística bien planificada y hacia una gestión financiera eficiente.

La ecotasa (el impuesto de turismo sostenible) que ya se aplica en algunas comunidades de España como Cataluña y Baleares, puede ser una herramienta que ayude a una regeneración tangible.

El mundo mira al sector turístico como un referente de desarrollo armónico con el medio ambiente. La Asamblea General de la ONU designó 2017 como Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo. Estamos pues en un momento clave en el impulso de un cambio en las políticas, las prácticas empresariales y los comportamientos de los consumidores en aras de un turismo que contribuya a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Fuente:

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5 DE MAYO DE 2017