La empresaria que rompió el techo de cristal en las juntas de agua de Costa Rica

“Para que nuestros ríos lleguen sanos al mar”

Gobernanza del Agua

Pese a que la administración y organización en torno al agua en su comunidad estaba dominada por los hombres, Adriana se abrió paso con mejoras en el ambiente laboral, fiscalización en los proyectos e inclusión de todos los miembros de su comunidad. 

Adriana aprendió del liderazgo femenino en el mundo rural desde pequeña. Nació en el seno de dos matriarcados, en San Vito de Coto Brus, en la zona alta de Costa Rica. Sus dos abuelas quedaron viudas jóvenes y solas sacaron adelante a sus familias. Adriana creció en la finca de una de sus abuelas, donde sacaban el agua para cocinar y tomar de un pozo, pero para bañarse y lavar debían caminar 20 minutos a una quebrada cercana. 

Después de una breve estancia en otro pueblo, donde por primera vez tuvo servicios de agua y luz dentro de casa ininterrumpidamente, Adriana y su familia se mudaron a Sierpe de Osa, zona rural al oeste de Costa Rica. Lo más difícil fue acostumbrarse nuevamente a la falta de agua, ya que en esta zona recién se estaban instalando tuberías para acceder al agua de la represa. “Había momentos en que el agua llegaba batida porque entraban animales a la toma de agua y pasaba el barro. Fueron complicados esos primeros inicios”, recuerda. 

Sierpe de Osa siguió creciendo y Adriana y su familia hicieron de ese lugar su hogar definitivo. Y en 2013, por fin, un proyecto ayudó a mejorar el acceso al agua potable y el saneamiento en la zona. El mayor desafío era vencer los obstáculos que antes habían enfrentado para administrar las juntas de agua. Así, un amigo de Adriana le pidió ayuda para leer el informe económico de la junta frente a la Asamblea. Para entonces, Adriana, motivada por uno de sus sueños de infancia, se había convertido en empresaria. Además de hacerse cargo de su familia, se dedicaba a administrar su negocio hotelero. Sin embargo, después de su presentación en la Asamblea, la invitaron a ser parte de la junta de agua y le propusieron que fuera fiscal. En ese momento, Adriana notó que al igual que ella, muchas mujeres tenían derecho a ser parte de la junta, sin embargo, no lo sabían y permanecía como un terreno dominado por hombres. 

Fiscalizar para empoderar 

Entusiasmada por ser parte de un nuevo proyecto, Adriana aceptó ser fiscal durante nueve meses sin saber con qué problemas se encontraría. “Yo no sabía lo que estaba pasando a la interna, el machismo. Fue muy duro porque era un grupo de varones. Si bien las mujeres estaban comenzando a participar, los puestos de mayor jerarquía lo tenían los hombres”, recuerda. Adriana notó inmediatamente el sexismo dentro de la junta de agua y cómo ignoraban las indicaciones de la administradora por su género. 

Para Adriana estos fueron meses difíciles, donde muchas veces le tocó callar porque sus colegas hombres no la escuchaban. Sin embargo, esto no detuvo sus tareas de fiscal y al terminar su gestión presentó un informe que rebelada todas las irregularidades de la junta frente a la Asamblea. En ese momento se determinó un cambio de junta, el equipo anterior renunció y eligieron a Adriana como la nueva presidenta, por su gran desempeño como fiscal. 

El nombramiento y la actitud de Adriana comenzó a abrir paso en las juntas de agua para que más mujeres asumieran cargos de liderazgo, al punto que logró conformar un equipo donde la mayoría eran mujeres. Para ella, este cambio no hubiese sido posible sin las capacitaciones que habían recibido las mujeres de la comunidad a través de los proyectos hídricos. 

“Las otras compañeras del grupo, al ver que hemos cambiado la mentalidad, participan más. Al principio estaban temerosas, pero poco a poco han ido sumándose. Vemos más participación en las asambleas, asisten muchas más mujeres que antes. Procuramos que les den capacitación una vez al año para que vean que somos nosotras las que administramos el recurso hídrico en la comunidad”, explica. 

Agua: un componente inclusivo 

Además de los beneficios que ha vivido la comunidad, al lograr mejor acceso a agua y saneamiento, Adriana ha logrado mejorar la forma de gestionar estos recursos. Su espíritu y manejo empresarial la llevó a organizar reuniones de equipo, conocer mejor a la administración y los otros integrantes de la junta para generar un ambiente laboral acogedor e inclusivo, donde las opiniones de todos –independiente de su género– son igualmente válidas. 

Adriana Acuña frente a la ASADA La Gallega y Estero Azul de Sierpe de la Osa.

“Lo que yo quería era una comunicación abierta, donde todos se sintieran a gusto y confiados de expresar sus opiniones sin que nadie le pase por encima o lo obvie, como nos pasaba a nosotras antes. Brindar un entorno donde puedan expresar sus ideas, quejas y necesidades, para que no demos el 100% sino el 200% y sea recíproco, y ha funcionado”, comenta. 

Para Adriana aún quedan muchos desafíos en su comunidad. Fincas cercanas contaminan algunas de las tomas de agua y produce turbiedad. Además, en su zona no tiene nacientes cercanas. Por eso, siguen evaluando y buscando oportunidades. Su objetivo ahora es ayudar también a comunidades cercanas que aún no cuentan con agua. 

Adriana dice que sigue trabajando para que ahora sus nietos disfruten de una mejor calidad de vida en la ciudad que ha visto crecer a toda su familia. Comenta que, aunque nunca pensó dedicarse a trabajar en proyectos de agua, prefiere ahora quedarse en esa parte, porque además de mejorar la calidad de vida de su comunidad es también una herramienta para fomentar y educar a las mujeres de la zona. “Yo digo que sueño con los ojos abiertos, pero lo hago porque sé que lo podemos lograr. Mis compañeras de la junta se ilusionan, se emocionan y por eso seguimos. Volvimos a ser elegidas para dirigir la junta, porque presentamos las cosas de forma clara y transparente y porque sabemos que podemos seguir avanzando y, sobre todo, podemos seguir soñando”, dice. 

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Octubre, 2023

Gobernanza del Agua